El amor de los hijos
Comunicación realizada
el 07/02/2020 (transcripción íntegra)
Contenidos:
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Todos
los hijos tienen conflictos con sus padres.
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Los
padres hacen lo posible por transmitirles sus valores.
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Padres
que no aportan buenos modelos. Las decisiones de los hijos.
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Los
hijos y los padres están vinculados.
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La
influencia de los padres se va diluyendo.
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Seguir
la herencia de nuestros padres.
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El
amor que tienen los padres por los hijos jamás lo verán en sus propios hijos
hacia ellos.
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Los
hijos que despiertan al amor responsable.
Todos los hijos tienen
conflictos con sus padres, absolutamente todos. La vida que han tenido los
hijos siempre será diferente que la que han experimentado sus padres, por eso
se producen dificultades en la convivencia.
Los padres, como responsables
de sus hijos cuando son pequeños, hacen lo posible por transmitirles los
valores que ellos han cultivado en su vida, todo ello con mayor o menor
fortuna. Pero la vida muchas veces es compleja, hay padres que no aportan
buenos modelos a sus hijos, y eso puede incentivar a que tomen esas malas
influencias y las adopten como suyas. Pero también puede ser que los hijos
entiendan que esos modelos no deben ser repetidos por parte de ellos, de modo
que les pueden servir de lección ajena. Todo depende de los valores personales
o nivel de conciencia de cada hijo en el momento en que se plantean estas
decisiones.
Es muy importante entender que
los hijos y los padres están vinculados de una forma evidente, tanto a nivel
físico, puesto que las cadenas de ADN de todas nuestras células están
conformadas de acuerdo a lo que nuestros padres nos aportaron en la concepción,
como a las relaciones mantenidas a lo largo de años y años de vida. Pero cuando
los hijos crecen, la influencia de los padres se diluye en base a la
experiencia adquirida en otros entornos. Amigos, trabajo, estudios, vida y experiencias
personales que modifican de un modo muy significativo ese legado que los padres
aportaron. Y eso es bueno, porque permite entender que el libre albedrío de las
personas permite la posibilidad de no tener necesariamente que seguir la
herencia de nuestros padres.
Somos libres para poder coger o
dejar todos los modelos de experiencia que recibimos a lo largo de la vida. El amor
que tienen los padres por los hijos jamás lo verán en sus propios hijos hacia
ellos, pero sí hacia sus nietos, porque el amor de los padres incluye una
genética que nos impulsa a actuar de un modo especial. Sin embargo, los hijos
que despiertan al amor responsable o amor materno-paterno, del que ya he
hablado anteriormente (ver el
amor responsable o amor materno-paterno)
sí que pueden transmitir ese amor a todas las personas, incluyendo a sus
propios padres.
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