El bien vence al mal
Comunicación
recibida el 25/01/2020 (transcripción íntegra)
Contenidos:
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No es necesario esforzarse.
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Los hermanos [de luz o superiores] os apoyamos.
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La era de la no-resistencia.
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Cambiar el paradigma del mundo.
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Vuestro trabajo es transmitir la felicidad y el
amor.
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Sois hijos del amor.
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Cada ser sufriente forma parte del proyecto de
Dios.
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Sed mensajeros, no solo de su Palabra, también
de su Obra.
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Vuestros enemigos os están dando las más
valiosas oportunidades de evolucionar.
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El amor que otorguéis no puede implicar
sufrimiento, sino dicha.
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Sois la mano de Dios en la Tierra.
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Vuestros pensamientos de dolor.
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El dolor sigue, pero el sufrimiento desaparece
con el amor.
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Transmitid de forma discreta, a través del
ejemplo.
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Sed los últimos entre todos, los guardianes y
protectores de los valores.
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Intervenid con dulzura, con compasión perfecta.
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Que vuestros actos sean la enseñanza que cada
persona necesite.
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Dad a todo ser la oportunidad de vibrar.
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Amor responsable.
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Aprovechad el tiempo.
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Manteneos unidos en la adversidad.
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Las dificultades os permiten evolucionar por
mérito propio.
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Sed confiados en la voluntad de Dios.
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Debéis trabajar duro. Nuestro apoyo no será
mayor que vuestro esfuerzo.
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Debéis de cumplir con vuestro destino para el
que habéis venido a este mundo.
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No estáis solos con los hermanos encarnados.
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Debéis ser vosotros, con vuestra iniciativa, los
que protagonicéis el cambio.
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Si no sabéis perdonaros…
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Sed compasivos.
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Alcanzar la sabiduría.
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Vuestra inteligencia es un talento que tenéis
que aprovechar.
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Esparcid la semilla del bien a vuestro paso.
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Toda semilla puede dar su fruto.
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El amor no se consume.
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Estas enseñanzas os servirán solo si las ponéis
en práctica.
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No esperéis recompensa.
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La masa crítica del amor.
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Sois la voz de Dios.
No
es necesario esforzarse. Los hermanos os apoyamos en vuestras tareas y os
inspiramos. Por eso, Jesús dijo “no penséis qué debéis decir, confiad, y las
palabras saldrán de vuestra boca”[1]. Estaréis influidos por los hermanos de
luz y os enviarán las palabras que tenéis que decir. La era de la
no-resistencia comenzó con las enseñanzas de Jesús, pero ahora es crucial que las
sigáis para poder cambiar el paradigma del mundo. Vuestro trabajo es transmitir
la felicidad y el amor como base existencial de la vida y del progreso. Quien
no se desarrolle con estas virtudes, no progresa.
Sois
hijos del amor. Expandidlo siempre, porque todo está bien, y cada ser sufriente
forma parte del proyecto de Dios, por perverso que nos parezca en algunos casos.
Siempre enviad amor. Si no, ¿qué sois, acaso mejores? Jamás, si no entregáis el
don de Dios. Sed mensajeros, no solo de su Palabra, también de su Obra. Mirad la
naturaleza, ¿no es acaso una clara manifestación de amor? Sed, pues, amor. Transmitid
amor a todos. Así podréis entender la frase del Maestro Jesús de amar a vuestros
enemigos. Porque ellos os están dando las más valiosas oportunidades de evolucionar.
Sed amor, vivid en amor y así cumpliréis los designios del Padre Eterno. Sin esfuerzo,
sin sacrificio, porque el amor que otorguéis no puede implicar sufrimiento, sino
dicha. Porque sois la mano de Dios en la Tierra.
Hermanos,
podéis mejorar. Vuestros pensamientos de dolor deben cesar. Creced en amor, convertíos
en amor en cada momento de vuestra vida. El dolor sigue, pero el sufrimiento desaparece
con el amor. Es la clave de la vida. Transmitidla por todo lugar y a todos, de forma
discreta, a través del ejemplo, siendo los últimos entre todos, los guardianes y
protectores de los valores. Intervenid con dulzura, con compasión perfecta, para
que vuestros actos sean la enseñanza que cada persona necesite.
Dad
a todo ser la oportunidad de vibrar con el modo en que expresáis vuestra forma de
amar. Amor responsable, ya lo dijo el hermano que escribió El Libro de Urantia (140.5), y que
os puede servir de enseñanza en muchos aspectos morales.
Aprovechad
el tiempo. El día es suficiente para cumplir cada cometido. Y cada día tiene su
afán. Manteneos unidos en la adversidad todos los hermanos que seguís la buena nueva.
La vida os protege, con nosotros a vuestro lado, pero encontraréis dificultades
que, así siempre, tendréis que superar, pero eso os permite evolucionar por mérito
propio, para tener el crecimiento de vuestra alma bien ganado en justicia.
Sed
confiados en la voluntad de Dios, porque os vamos a mantener bajo custodia. Pero
debéis trabajar duro. Nuestro apoyo no será mayor que vuestro esfuerzo, es la Ley
de Dios, y tenéis que entender que debéis de cumplir con vuestro destino para el
que habéis venido a este mundo. Y tampoco estáis solos con los hermanos encarnados.
Los encontraréis en cada momento necesario. Pedid y se os dará, buscad y hallaréis,
llamad, sí, llamad, y se os abrirá, porque debéis ser vosotros, con vuestra iniciativa,
los que protagonicéis el cambio.
¿Sabéis
perdonaros a vosotros mismos? Si no sabéis, ¿cómo podéis perdonar a los demás? Sed
compasivos, porque el dolor de hoy es una prueba para avanzar mañana. Solo mediante
la amorosa comprensión de la realidad podréis alcanzar la sabiduría que tanto necesitáis.
Porque no es momento de ser simple. Vuestra inteligencia es un gran don, un talento,
que tenéis que aprovechar, desarrollar y hacerlo útil a los demás. Sed la mano del
Padre con vuestra mano, la voz del Padre con vuestra voz, y esparcid el grano, la
semilla del bien a vuestro paso, porque ha llegado el tiempo en que toda semilla
puede dar su fruto. El amor no se consume. Entregadlo a todos, sin excepción. “Esa
es mi Ley”, dice el Señor. Transmitid el amor. Estas enseñanzas os servirán solo
si las ponéis en práctica. Amad y seréis amados, pero no esperéis recompensa, seguid
vuestro camino, porque el amor se expande y se multiplica. La masa crítica del amor
ya está suficientemente crecida, y vuestras relaciones con los demás son el modo
en que vais a ejercer como predicadores.
Sois
la voz de Dios. Leed este mensaje los que vivís en este camino del amor. Repetidlo
todo lo que sea necesario, porque muchos deben oírlo. Y ayudadles a practicarlo,
con vuestro ejemplo. Levantaos todas las mañanas con el agradecimiento al Padre
por ser instrumentos de su gloria y aprovechad toda oportunidad para predicar.
Leedlo
y preguntad lo que necesitéis para el crecimiento moral y espiritual.
[1]
Evangelio según San Mateo 10, 19
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