Las drogas
Comunicación realizada
el 08/02/2020
(transcripción íntegra)
Contenidos:
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La
inconsciencia al entrar en el consumo de algún tipo de droga.
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Nuestras
referencias.
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La
falta de madurez.
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La
errónea sensación “placentera”.
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La
falsa sensación de recuperación.
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La
realidad no cambia, sino el modo de percibirla.
-
Cuando
nos hacemos conscientes de esta situación.
-
La
solución.
-
Decisión
firme de cambiar, voluntad para cumplir los procesos de limpieza.
-
Todo
en la vida puede cambiarse si lo deseamos firmemente y si damos los pasos
necesarios para lograrlo.
-
La
zona de confort y autodestrucción.
-
Los
primeros instantes.
-
Las
satisfacciones.
-
Muchos,
antes que tú, han sido capaces.
-
Casi
todo el mundo puede hacer casi todas las cosas.
-
El
comienzo del cambio.
-
El
primer paso.
-
El
apoyo que puedas tener de otras personas.
-
Plantéate
metas, recuérdalas, diseña cómo las vas a alcanzar, comienza y no pierdas de
vista el objetivo hasta alcanzarlo y consolidarlo.
Las personas que hemos entrado en el consumo de algún tipo de droga, ya sea alcohol, tabaco u otro tipo, casi siempre lo hemos hecho de un modo inconsciente, guiados por lo que veíamos a nuestro alrededor. Las experiencias de comportamiento de nuestros padres, de nuestros amigos y de todas las personas que nos sirven como referencia, nos pueden inducir a copiar sus modelos de comportamiento, o al consumo de determinadas sustancias que inicialmente nuestro cuerpo las rechaza, pero que debido a una falta de madurez, continuamos insistiendo en ellas hasta que entramos en el círculo vicioso en el que se produce una determinada sensación que erróneamente denominaremos “placentera”, pero en realidad, lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo es que con la droga, con cualquier tipo de droga, en el momento en que hemos consumido la cantidad necesaria, comenzamos a sufrir el denominado “síndrome de abstinencia”, de tal manera que, lo que primero fue un rechazo y después una falsa satisfacción, se transforma en una desagradable sensación de que algo nos falta y que compensamos con un nuevo consumo.
Por
ejemplo, con el tabaco tenemos una importante vasoconstricción arterial como consecuencia
del síndrome de abstinencia, y el consumo posterior nos produce la falsa sensación
de recuperación, porque sentimos los efectos de la vasodilatación momentánea que
se logra con el consumo inmediato, pero en el momento en que el consumo se acaba,
el cuerpo vuelve a sufrir la vasoconstricción arterial que nos dificulta el pensamiento,
nos limita las decisiones correctas y nos mantiene en esa situación hasta que fumamos
un nuevo cigarrillo.
Este
pernicioso proceso que describo con el tabaco ocurre con cualquier otra droga en
sus diferentes formas y efectos. Así, el alcohol produce la sensación de euforia,
de relajación y de distorsión de la realidad, de modo que percibimos un mundo totalmente
diferente del que observamos en estado sobrio. Pero la realidad no cambia, sino
el modo de percibirla y, por tanto, también cambia el modo de relacionarnos con
esa realidad. Y cuando nos hacemos conscientes de toda esta situación, nos damos
cuenta de lo pernicioso que es este consumo, por los graves efectos que tiene para
nuestra salud, nuestras relaciones con los demás y nuestra evolución personal.
Por
tanto, planteado el problema, la solución siempre va de la mano del proceso para
provocar cambios en nuestra vida. En primer lugar, hay que tomar la decisión firme
de cambiar, seguida de la voluntad para cumplir los procesos de limpieza que son
necesarios. Porque las personas que no activan su voluntad jamás son capaces de
cumplir con su destino evolutivo, no son capaces de cambiar, ni su mundo, ni el
mundo que les rodea, son veletas que se mueven con el viento que les llega en cada
momento, y la sensación de vacío e insatisfacción siempre permanece latente.
Pero
la buena noticia es que todo en la vida puede cambiarse si lo deseamos firmemente
y si damos los pasos necesarios para lograrlo. Este esfuerzo, no todos son capaces
de afrontarlo, porque no se atreven a salir de su “zona de confort y autodestrucción”,
pero para poder conseguirlo solo es necesario dar el primer paso, y seguir así hasta
que se logra. Y, aunque los primeros instantes son de inseguridad e
incomodidad, las satisfacciones llegan pronto, los logros se observan, se
pueden medir, aumenta nuestra autoestima y nuestra satisfacción con el camino
elegido. Tomamos las riendas de nuestra vida.
Muchos,
antes que tú, han sido capaces de escapar de la droga en cualquiera de sus formas,
y han conseguido alcanzar otros objetivos que antes les parecían inimaginables.
Han hecho determinadas cosas que tú aún no has hecho, pero casi todo el mundo puede
hacer casi todas las cosas. Y el cambio comienza cuando te atreves a creerte en
condiciones de merecerlo, asumiendo esa responsabilidad en tu vida. Así se da el
primer paso para lograrlo.
El
apoyo que puedas tener de otras personas solamente te servirá para recordarte lo
que TÚ tienes que hacer y para evitar la sensación de vacío que se produce cuando
te sientes una persona sola ante las dificultades. Pero recuerda que eso es otra
forma de droga, porque el hecho de que los demás estén a tu lado, no va a cambiar
la realidad de lo que TÚ tienes que hacer para cambiar TU mundo. Solamente son un
modo de dulcificar la vida y el proceso. Por tanto, plantéate metas, recuérdalas,
diseña cómo las vas a alcanzar, comienza y no pierdas de vista el objetivo hasta
alcanzarlo y consolidarlo.
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