Meditar
Comunicación
Espírita realizada el 20/02/2020 (transcripción íntegra)
Contenidos:
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Qué es meditar.
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En cualquier momento, lugar y
situación.
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Todo se comienza a hacer sin
experiencia.
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Perfeccionarnos a través de la
práctica progresiva y continua.
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La meditación "perfecta".
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Lo perfecto es enemigo de lo bueno.
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Aplicarla a todos los actos de nuestra
vida.
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Las técnicas son un medio para lograr
un fin.
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Meditación y oración.
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Observar los pensamientos.
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La suave sonrisa.
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Las reacciones automáticas de nuestros
programas mentales.
-
Nuestra mente entrega con delicadeza
las riendas de la vida a la voluntad.
-
Nuestra atención.
Meditar
es serenar la mente, permitir que los pensamientos pasen y no quedarnos fijados
en ninguno de ellos. Es fluir, observar sin participar, como verlo todo desde lejos.
En resumen, es el modo en que nuestra voluntad dirige a nuestra mente de un modo
suave, sin lucha interna, en lugar de que la que mande sea nuestra mente y sus programas
preestablecidos, que nos empujan a actuar de forma reactiva ante todas las experiencias
de la vida, tanto externas como internas.
La
meditación se puede hacer en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier
situación, pero si tenemos que mantener la atención en otra cosa, como podría ser
conducir, esa parte de atención nunca debe desaparecer, ya que podríamos sufrir
un accidente. Esto supondría tener que repartir la atención entre la actividad que
realizamos y la pacífica observación de nuestra mente.
Es
más difícil comenzar con el proceso consciente meditativo con este reparto de la
atención, pero es perfectamente posible llevarlo a cabo. Y es mucho mejor intentarlo
y fracasar al principio que no intentarlo “porque no tenemos tiempo”. Debemos entender
que todo se comienza a hacer sin experiencia, y lograremos perfeccionarnos a través
de la práctica progresiva y continua.
La
meditación "perfecta" necesita de un entorno perfecto, evitando cualquier
cosa que nos pueda distraer, como sonidos luces o cualquier otra distracción sensorial,
tanto interna como externa. Pero lo perfecto es enemigo de lo bueno, y es mejor
empezar en situaciones imperfectas que no empezar nunca. Por lo tanto, ¡¡EMPIEZA
YA!!
Una
vez que se ha logrado entender el proceso de meditación podremos aplicarla a todos
los actos de nuestra vida. De hecho, lo podremos convertir en un impulso vital fundamental
que nos garantiza la calma serena en todos nuestros actos, mejorando nuestro nivel
de claridad, relaciones y felicidad de un modo trascendental.
El
acto de meditar puede incluir muchas técnicas, pero son solo un medio para lograr
un fin. Lo que se busca es serenar la mente, para poder observarla sin participar,
y en eso se basa esencialmente también la oración. Observar los pensamientos sin
valorarlos, sin vincularnos a ellos, sin emocionarnos con ellos. Solo observar.
Observarlos como una madre o un padre observaría a un hijo pequeño cómo hace las
cosas, permitiendo que aprenda por sí mismo, pero protegiéndole de los peligros.
Y
ocurre como todo en la vida. A partir de un momento, la práctica nos permite descubrir
¡¡que estamos meditando!! Nuestro rostro se ilumina con una suave sonrisa que permanece
unos minutos tras la meditación, y que se va ampliando en el tiempo según vamos
practicando. Vamos observando cómo era nuestra mente antes, ya que las reacciones
automáticas de nuestros programas mentales ya actúan con la percepción de nuestra
consciencia. Y llega un momento en que estas reacciones automáticas, ya no solo
las percibimos conscientemente, sino que empezamos a controlarlas, sin resistencia,
solo con la observación de un padre o madre.
En
ese momento, nuestra mente entrega con delicadeza las riendas de la vida a la voluntad.
Y nuestra atención nos permitirá continuar con el control de las riendas de nuestra
vida, con la intención de una observación plena de nuestras acciones y reacciones.
Y entonces, solo entonces, podremos entender el valor de una vida guiada por la
meditación.
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