El perdón de los pecados

Comunicación realizada el 22/03/2020 (transcripción íntegra)

Contenidos:
-         Fases del perdón de los pecados.
-         El arrepentimiento es una autoimposición de dolor.
-         Siempre es daño para uno mismo.
-         El endurecimiento del corazón o el embotamiento de la mente.
-         Cuando la fase de arrepentimiento es solo de dolor.
-         Cuando nuestra conciencia está correctamente alineada.
-         Hay arrepentimientos que son muy dolorosos.
-         Cuando la tristeza desaparece.
-         Todos nuestros actos en los que avancemos provocan felicidad.
-         Formas de reparación del daño causado.
-         Compensar el mal provocado por un bien que lo exceda ampliamente.
-         Recursos materiales y morales que nos permiten progresar y desarrollar el bien.
-         La generosidad es requisito esencial del arrepentido.
-         La humildad es la puerta del arrepentimiento.
-         El propósito de no volver a cometer errores requiere atención.
-         El dolor nos recuerda el daño que provocamos.
-         Podemos sentir que hemos aprendido, evolucionando de forma inmediata.
-         La comprensión es el salto evolutivo, y el dolor es el avance lento.
-         Es nuestra decisión, pero también es nuestra libertad.
-         Repasar el día y comprender las oportunidades de evolucionar.

COMUNICACIÓN RECIBIDA

El perdón de los pecados incluye:
-         La toma de conciencia.
-         El arrepentimiento.
-         La reparación de los mismos.
-         El propósito de no volver a fallar.

El arrepentimiento es una autoimposición de dolor, como consecuencia de comprender el daño causado o el error cometido, que al final siempre es daño para uno mismo, bien sea por el endurecimiento del corazón o por el embotamiento de la mente. A través del arrepentimiento, tanto mente como corazón se abren a un nuevo aprendizaje. La mente comprende que nuestro cambio hará que nosotros, y el mundo que hay a nuestro alrededor, seamos mejores. Y nuestro corazón siente en lo más profundo que el bien triunfa sobre el mal.

Normalmente, cuando la fase de arrepentimiento es solo de dolor, la percepción del bien no es clara, pero sí que percibimos el mal causado y desearíamos no haberlo hecho. Pero inmediatamente, cuando nuestra conciencia está correctamente alineada en el camino del Padre Eterno, el sentimiento de arrepentimiento lleva asociado inmediatamente la intención de no volver a cometer el error.

Hay arrepentimientos que son muy dolorosos, pero cuando se entiende que debe ser motivo de alegría porque hemos tenido la oportunidad de aprender, y que esa es nuestra misión en este mundo, la tristeza desaparece, porque comprendemos que, como seres imperfectos, todos y cada uno de los que poblamos este planeta estamos sujetos a cometer errores, que son oportunidades de aprendizaje. Por tanto, la tristeza del error se torna en alegría esperanzadora, porque al estar en el camino del Padre Eterno, todos nuestros actos en los que avancemos provocan felicidad.

La reparación del daño causado se puede realizar de muchas formas. Se puede restituir con creces lo que se ha destruido. Se puede pedir perdón con humildad a la persona a la que hemos provocado daño. Y si eso no es posible, debemos compensar el mal provocado por un bien que lo exceda ampliamente. No podemos contentarnos con devolver 10 si hemos destruido 10. Debemos devolver 100, porque eso es crear bien a nuestro alrededor. Y disponer de esas 100 dádivas a lo largo de nuestra vida es entender que disponemos de unos recursos materiales y morales que nos permiten progresar y nos permiten desarrollar el bien, de acuerdo a las oportunidades que la vida nos ofrece.

La generosidad es requisito esencial del arrepentido. Por lo tanto, repara con creces, sé humilde, porque la humildad es la puerta del arrepentimiento. Sin humildad nunca jamás habrá arrepentimiento, y nunca jamás se podrá reparar el daño producido.

El propósito de no volver a cometer errores de ese mismo tipo requiere atención. Por eso, tenemos la oportunidad de sentir dolor, para que nos recuerde el daño que provocamos. Pero también podemos sentir que hemos aprendido, que hemos aprendido profundamente y que, como consecuencia de ello, queda grabado en nuestra memoria mental y emocional, que nos permite evolucionar de forma inmediata.

Porque la comprensión es el salto evolutivo, y el dolor es el avance lento en el progreso. Es nuestra decisión, pero también es nuestra libertad, para poder elegir este camino luminoso. Y todas las noches, cuando te acuestes y tengas la oportunidad de repasar el día, es el momento perfecto para poder comprender todas aquellas oportunidades que has tenido para poder evolucionar. Intenta aprender y evitarás el dolor.

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