Todo cambia
Comunicación realizada
el 04/02/2020
(transcripción íntegra)
Contenidos:
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El mundo es cambio constante.
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Nuestra vida es un suspiro en el
devenir del tiempo.
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Trascendencia buscando cumplir nuestro
destino.
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Cuando algo te hace vibrar, te
conmociona, te zarandea, estás en el camino.
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Cada momento de amor en la vida es un
modo de avanzar.
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La ley de la subjetividad.
-
Lo que está bien es comprendido por
los efectos que produce relacionados con el amor.
-
Nuestros pensamientos y acciones deben
estar sometidos a la conciencia.
-
La conciencia en los pensamientos, y
el amor en los sentimientos.
-
La vida sin valores.
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Formar parte del proyecto unificado
del Padre Eterno.
-
Ser protagonistas en nuestra propia
vida.
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Consciencia, voluntad, conciencia y
evolución.
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Si vivimos en la relatividad, nunca
evolucionaremos.
El mundo es cambio constante. Todo nace, crece, muere, vuelve a nacer, vuelve a crecer, vuelve a morir… Cada vez que mueres, te reintegras en tu punto original. Vuelves a ser la esencia primigenia. Polvo eres y en polvo te convertirás.
Nuestra
vida es un suspiro en el devenir del tiempo. Pero nuestros suspiros son trascendentes.
Solo es cuestión de lograr esa trascendencia buscando cumplir nuestro destino. Pero
todos se preguntan sobre qué es eso del destino. Cuando algo te hace vibrar, te
conmociona, te zarandea, estás en el camino. Pon mucha atención entonces. Observa
hasta qué punto el amor, en todas sus manifestaciones, produce estos efectos. Cada
momento de amor en la vida es un modo de avanzar, porque no podemos quedarnos quietos.
Y cuando no avanzamos, cuando no hay amor…
Si
vibramos en la valoración de lo que está bien y lo que está mal, en la conciencia,
nos daremos cuenta de que todo no vale. La ley de la subjetividad, de que todo se
puede justificar, de que todo se puede razonar, es una trampa de la mente. Porque
se puede justificar hasta la barbaridad más aberrante. Pero lo que está bien es
comprendido por los efectos que produce relacionados con el amor.
Todos
nuestros pensamientos y acciones deben estar sometidos a la conciencia. La dualidad
es el invento que justifica que todo es relativo. Pero esta dualidad se puede observar
desde un punto de vista unificado, siempre que busquemos la conciencia como base
esencial de nuestros pensamientos, y el amor como base esencial de nuestros sentimientos.
Si no somos capaces de entender la diferencia entre el bien y el mal en nuestro
presente, nunca podremos decidir de acuerdo a nuestra conciencia, porque la tendremos
dominada por una razón ambigua, que carece de ética y de valores. ¿Y qué es la vida
sin valores? ¿Qué somos capaces de hacer, acaso quedarnos en actitud pasiva-contemplativa
mientras los hechos más abyectos, mientras el dolor más cruel nos rodea y va creciendo
y ahogándonos? Todo está en permanente movimiento. Si deseamos formar parte del
proyecto unificado del Padre Eterno debemos ser protagonistas y nunca actores secundarios
en nuestra propia vida, no debemos ser ciegos, guiados por otros ciegos. Porque
nuestra ceguera solo desaparece con la comprensión de la luz, y nuestra luz proviene
de la conciencia mental y del amor emocional.
La
conSciencia nos permite dirigir nuestra vida. Si no somos conscientes, otro la dirigirá
por nosotros, ya sean las circunstancias, ya sean las opiniones, ya sea la moda.
La consciencia es el interruptor que enciende la chispa de la vida.
Pero
podemos tener consciencia y no tener conciencia.
Podemos
ser terriblemente conscientes, y eso se llama crueldad.
Podemos
ser avaramente conscientes, y eso se llama egoísmo.
Podemos
ser conservadoramente conscientes, y eso se llama miedo.
Tengamos
claro que la consciencia es mover el vehículo de nuestra vida, pero el volante de
la voluntad nos dirigirá por los caminos de la conciencia, de acuerdo a nuestro
nivel de evolución.
Y
creedme cuando os digo que, si vivimos en la relatividad, nunca evolucionaremos.
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