La avaricia
Contenidos:
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Los que
decimos tener algo en la vida sufrimos con la avaricia.
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Todo lo que
tenemos es un regalo del destino.
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Influencia
del esfuerzo, el talento para tener riqueza.
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¿Por qué
anhelamos la riqueza?
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El miedo a
perder lo que tenemos.
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¿Qué podemos
hacer con la riqueza para poder ser felices y poder desarrollar el amor en
todas sus manifestaciones?
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Pensando a
través del corazón, y sintiendo a través de la mente.
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La riqueza
aumenta nuestra responsabilidad.
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La actitud
generosa y satisfacciones.
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El
fundamento de la felicidad.
Todos los que decimos tener
algo en la vida sufrimos con la avaricia. No entendemos que todo lo que tenemos
es un regalo del destino. Hay personas que se esfuerzan una y otra vez y no
consiguen riqueza. De hecho, muchas de ellas lo tienen justo para poder
sobrevivir cada día. Sin embargo, otras personas, apenas sin esfuerzo, viven de
una forma cómoda, incluso nadan en la opulencia. El esfuerzo, por tanto, no es
decisivo para tener riquezas. Tampoco lo es el talento, porque hay personas con
mucho talento, pero no tienen oportunidad de aprovecharlo o lo dedican a
asuntos superfluos. También hay personas que, sin talento especial, nacen en la
opulencia, reciben herencias, les toca un premio… y sin tener necesariamente
talento y sin esfuerzo, obtienen una fortuna que puede cambiar sus vidas hacia
mejor… o hacia peor. Por lo tanto, ni el esfuerzo ni el talento son decisivos
para tener riqueza.
¿Pero por qué anhelamos la
riqueza? Porque nos da capacidad para vivir más cómodamente, para hacer cosas
que sin riqueza no podríamos hacer, etc. Pero también es cierto que las
personas ricas, en cualquiera de sus medidas, tienen también sus problemas y
sus limitaciones. Horarios de trabajo, compromisos y otras muchas razones. Por
lo tanto, la riqueza no da garantía de cumplir con nuestras expectativas y
esperanzas y, por lo tanto, no es sinónimo de felicidad.
Lo que sí es cierto es que
cuando tenemos algo, cuando decimos que tenemos algo, en ese momento nos asalta
el terrible miedo a perderlo. De ese modo, el amor desaparece en nuestras vidas
por culpa de nuestro enfoque de la riqueza. Porque ya hemos dicho que, donde
hay miedo, no puede haber amor.
Por tanto, ¿qué podemos hacer
con la riqueza para poder ser felices y poder desarrollar el amor en todas sus
manifestaciones? La respuesta es “compartir” todo lo que es razonable. Eso no
quiere decir que se vaya regalando dinero por las calles, sino que, cuando el
corazón y la mente nos lo indican, debemos ser generosos. Y cuando estamos en
equilibrio con la mente, pensando a través del corazón, y el corazón sintiendo
a través de la mente, en ese momento entendemos que nada de lo que tenemos es
realmente nuestro, sino que forma parte de la vida. Y la vida nos ofrece
oportunidades, oportunidades para compartir y oportunidades para aprender.
La riqueza aumenta nuestra
responsabilidad porque nos da unas capacidades de las que no disponen los
pobres, pero también nos dan unas determinadas limitaciones. Por tanto, seamos
consecuentes con nuestra realidad y aprovechemos la vida de un modo digno,
entregando a cada cual de acuerdo con nuestras posibilidades y sus necesidades.
Eso es lo que haría un padre con sus hijos, y eso es lo que debemos hacer con
todas las personas que nos rodean.
Y con esa actitud generosa nos
daremos cuenta del regalo que supone la riqueza en esta vida. Porque todo lo
que es realmente bueno, produce satisfacciones, y aumentan estas satisfacciones
cuando se comparten con los demás. Porque la felicidad tiene su fundamento en
hacer felices a los demás. Esa es la esencia del amor que debe presidir toda
nuestra vida.
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