Los velos que nos ciegan de la verdad

Comunicación realizada el 04/04/2020 (transcripción íntegra)

Contenidos:
-         Creéis que estáis en posesión de la verdad.
-         La evolución incesante del ser humano.
-         Mantener la humildad.
-         Escuchar y observar, para poder analizar.
-         El mayor velo es el orgullo.
-         La humildad es la base esencial del progreso.
-         El velo de la equivocación.
-         Analizar las bases en las que se sustentan las razones propias.
-         Los únicos conocimientos que nos pueden servir como base de confianza.
-         Nuestro conocimiento del bien actual nunca jamás será absoluto.
-         Los conocimientos de la ciencia nunca son completos.
-         El velo de la desconfianza.
-         Dar pasos con los ojos cerrados.
-         Errores basados en las buenas intenciones.
-         La atención en todo lo que os pasa en la vida.
-         Las oportunidades del mantenimiento de la atención, la humildad y la fe.
-         Es necesario que pidáis para demostrar que estáis predispuestos a recibir.

Creéis que estáis en posesión de la verdad, creéis que conocéis sobre las cosas, pero muchos de vuestros conceptos, mañana serán ampliados a través de la evolución incesante del ser humano. Por tanto, debemos mantener la humildad, para entender que nuestros conocimientos siempre son limitados y, por tanto, estar en condiciones de escuchar y de observar, para poder analizar con justicia todas las experiencias que nos llegan a través de otros hermanos y a través de la propia vida. Porque hay muchos velos que nos limitan en el conocimiento de la verdad, y el mayor de ellos es el orgullo. El orgullo es el que nos engaña diciéndonos que nosotros somos los únicos que tenemos la posesión de la verdad. Ese orgullo nos ciega, porque no somos capaces de admitir la posibilidad de que los demás puedan tener mejores razones que nosotros; no nos permite admitir que nuestros conocimientos son incompletos, y nos mantiene bloqueados en nuestro nivel de ignorancia.

Lo opuesto al orgullo es la humildad, y ya os he dicho en repetidas ocasiones que la humildad es la base esencial del progreso. Es necesario ser humilde para aprender de sí mismo y para aprender de los demás y de la propia vida.

Pero también podemos encontrarnos con otros velos. El velo de la equivocación, el velo del error, porque en base a conceptos erróneos preexistentes en nuestra vida podemos mantener puntos de vista que rechacen la verdad. Cualquier opinión, por absurda que nos pueda parecer inicialmente, tenemos la oportunidad de poder valorarla, de acuerdo a criterios de la razón. Analicémosla. Pero lo primero que tenemos que hacer es analizar las bases en las que se sustentan las razones propias, porque todo proceso de razonamiento comienza sobre unas bases que se establecen, y esas bases pueden ser erróneas.

Durante muchos siglos se planteó la hipótesis de que la Tierra era plana, y de acuerdo con ella se desarrollaron explicaciones que justificaban los movimientos de los diferentes astros en el firmamento. Y todo era perfectamente razonable de acuerdo con aquél punto de vista. Pero, como podemos comprender, si esa base sobre la que nos apoyamos no es real, todo el resto del proceso, por muy razonable que pueda parecer, continúa siendo irreal también. Y los únicos conocimientos que nos pueden servir como base de confianza son los que están relacionados con el bien, y aquellos que la ciencia ha demostrado de un modo inequívoco, pero entendiendo que nuestro conocimiento del bien actual nunca jamás será absoluto, porque nosotros no somos absolutos, y los conocimientos de la ciencia nunca son completos. Porque todo permanece en constante evolución. Por lo tanto, a pesar de que esas bases son las que deben sostener toda la estructura de nuestro conocimiento, debemos entender que nunca será completa e inmutable, porque inmutable solo es la verdad de Dios, y a ella solo llegamos de un modo limitado, de acuerdo a nuestras capacidades.

Otro de los velos con los que nos podemos encontrar es la desconfianza. En algunos casos nos puede servir para evitar caer en el error, pero la desconfianza en la providencia de Dios nos impide avanzar, porque tarde o temprano, siempre tenemos que dar pasos con los ojos cerrados. Siempre debemos comprobar, sin conocer todavía. Y la confianza que podemos tener en seguir el camino del Padre Eterno nos facilitará que todos aquellos errores que cometamos estén siembre basados en las buenas intenciones, por lo que podremos rectificar de inmediato en caso necesario. Porque ¿qué pasaría si mantuviésemos la contumacia de persistir en los errores? La evolución jamás se produciría. Nunca aprenderíamos.

Mantened la atención en todo lo que os pasa en la vida, tanto a nivel interno como a nivel externo, para que podáis avanzar con paso firme en el progreso hacia Dios. Entended las oportunidades que os da el mantenimiento de la atención, el mantenimiento de la humildad y el mantenimiento de la fe, para descorrer los velos que os apartan de la verdad. Y, por tanto, pedid, pedid y se os dará, porque es necesario que pidáis para demostrar que estáis predispuestos a recibir.

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