No se puede ser feliz en el mal
Comunicación realizada
el 20/04/2020 (transcripción íntegra)
Contenidos:
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Satisfacciones
perecederas.
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Trabas que
se ponen a la verdadera libertad y felicidad.
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El vicioso
círculo del miedo a perder lo conseguido.
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Curar la
herida.
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La satisfacción
verdadera.
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Dificultando
el progreso.
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El objetivo
de felicidad que todos tenemos impreso en nuestra alma.
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La
trascendencia de la vida.
A pesar de la imagen que puedan
dar todos los malos de la Tierra, a pesar de las riquezas que se puedan obtener
de forma ilícita, del poder que se obtenga fraudulentamente, de la popularidad
que arrastre a masas ciegas, todo esto son satisfacciones perecederas, que
siempre están cargadas de la amargura de la culpa, de la sombra de la crueldad,
de la pena de la mentira. Son trabas que se ponen a la verdadera libertad y
felicidad, porque obligan a esclavizarse a todas estas necesidades fatuas que
los mantienen en un vicioso círculo en el que el miedo a perder lo que han
conseguido les obliga a aumentar, cada vez más, sus oscuras actividades.
Cuando alguien basa su vida o
su éxito en la mentira, en el dolor ajeno, en provocar la infelicidad o la
injusticia, está clavando en su alma una lanza que lo va desangrando
continuamente, y que no curará la herida hasta que su actitud cambie
totalmente, se arrepienta del daño cometido y repare todo el mal producido.
El que actúa mal nunca puede
lograr una satisfacción verdadera. Puede intentar justificarlo por la vanidad,
se puede rodear de un montón de bienes materiales, pero eso jamás le producirá
la ternura del alma, jamás llenará su corazón de la verdadera felicidad, esa
felicidad que se consigue con la ayuda a los demás, buscando la felicidad de
los demás. Fuera de esa felicidad, todo lo demás son vanos intentos de conseguir
satisfacciones mundanas y egoístas que, como cualquier otra droga, solamente
impulsan a crear un vacío existencial que pretende cegarse con el constante
impulso de estas vanas satisfacciones.
Pero además se está
dificultando el progreso, porque cuanto más profundo caigamos en esta trampa,
tanto más nos costará salir de ella. Se entra en un círculo vicioso,
exactamente igual que con el consumo de drogas. En muy poco tiempo, nos hemos
olvidado del objetivo de felicidad que todos tenemos impreso en nuestra alma, y
continuamos manteniendo la ceguera de satisfacer los instintos mundanos. Pero
si observamos nuestras señales internas, enseguida nos damos cuenta de que las
sonrisas de nuestro rostro no se corresponden con las de nuestro corazón.
Entended la gran diferencia que
hay entre la búsqueda egoísta del placer y la búsqueda altruista de cubrir las
necesidades de los que no pueden satisfacérselas por sí mismos, y comprenderéis
hasta qué punto puede tener trascendencia vuestra vida.
Más información:
El mal produce amargura rencor y infelicidad. Es mejor para tu Alma intentar hacer el bien y alejarte del mal
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