El libre albedrío en la atención plena
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Crome
Comunicación
recibida el 22/09/2020 (extracto
textual de la sesión completa)
Contenidos:
-
El libre
albedrío y la ignorancia.
-
El
aprendizaje y los procesos de meditación y de comprensión.
-
De la
importancia del discernimiento a la atención plena.
-
La velocidad
de la vida en el plano encarnado.
-
La
meditación del día.
-
Vivir en el
pasado o en el futuro.
Cada ser tiene el libre
albedrío para poder elegir cómo comportarse, cómo expresarse ante el mundo y
ante sí mismo. Podemos elegir actuar con orgullo o con humildad, con arrojo o
con prudencia, con desprecio o con caridad. Siempre es elección nuestra. Pero
la ignorancia nos mantiene unidos a las reacciones automáticas ante todo tipo
de situaciones.
Todo el aprendizaje que hemos
recibido a lo largo de la vida lo hemos interiorizado y se convierte en parte
de nosotros, y todos los procesos de meditación y de comprensión a los que
llegamos también forman parte de ese proceso de elevación, de progreso en el
camino que Dios nos marca a todos los seres evolutivos.
Cuando nos convencemos de la
importancia del discernimiento, desarrollamos una atención plena, que nos
permite valorar, de un modo claro y objetivo, cada momento de nuestra vida.
Pero la vida en el plano encarnado, muchas veces tiene demasiada velocidad, y
no somos capaces de reaccionar dando nuestra mejor versión de nosotros mismos.
Pero como ya os dijo un hermano que vino hace poco, y que habló en nuestro
nombre[1], la meditación del día, el análisis de todo lo que hemos hecho, nos
va a facilitar poder reconocer todos aquellos momentos en los que podríamos
haber dado esa mejor versión de nosotros mismos y no lo hemos hecho. Eso es un
motivo de júbilo, porque hemos sido capaces de aprender, a través de la
comprensión, incluso de los errores que cometemos nosotros. Es un proceso
tremendamente importante en el progreso del ser humano, porque solamente en la
etapa encarnada se tiene esta posibilidad.
Aprovechad, pues, la atención
plena a lo largo de vuestra vida, a lo largo de vuestro día, en cada momento.
Concentraos en la realidad en la que vivís, evitando estar en el pasado o en el
futuro, concentraos en el presente. El pasado solo sirve para aprender de los
errores y aciertos, y el futuro solamente debe plantearse con la finalidad de
establecer proyectos flexibles que nos permitan mantener nuestros niveles de
felicidad, independientemente de que se cumplan o que no se cumplan las
expectativas planteadas.
[1] Ver artículo Transformación
constante
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