Obsesores sin intención de hacer daño (y 2). Cuando el obsesor toma consciencia del daño
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Comunicación
recibida el 09/02/2021 (extracto
textual de la sesión completa)
Cuando este espíritu obsesor
empieza a adquirir consciencia del daño que está produciendo, siente una gran
turbación y hace todo lo posible por buscar una solución. Y esa solución, como
todo en la vida, pasa por cumplir con la Ley del Amor, y en muchos casos, estos
espíritus deciden mantener el dolor y separarse de estos seres queridos para evitarles
sufrimiento.
El paso que dan es muy doloroso
para ellos. Sufren mucho, pero inmediatamente son capaces de comprender que han
actuado correctamente, y la respuesta de Dios es inmediata. Así ocurre en la
vida, en todas sus manifestaciones. El paso no lo podemos dar viendo el
resultado. Una vez que se produce el resultado es cuando podemos sentir la
felicidad de haberlo alcanzado. Y cuando no se tiene experiencia, en estos
casos es esencial la fe, porque sin fe es imposible avanzar, es imposible
evolucionar, porque ninguno de los seres evolutivos conocemos por encima de
nuestro nivel de perfección, y por ello, la decisión de evolucionar necesita la
experimentación en la confianza del Padre Eterno, porque fuera de ella, solo hay
miedo, y no es posible la evolución. Así es de importante mantener una actitud
de confianza, la actitud que tienen los niños y que, por eso, el Maestro Jesús
decía que fuésemos como niños[1], porque esa es la forma de actuar con el
corazón abierto y el alma confiada.
En estos casos, el espíritu
obsesor también recibe la oportunidad de poder dar un paso evolutivo muy
importante, al comprender la fantástica capacidad que todos tenemos de poder
comprender la compasión que es necesaria para poder ayudar a alguien a quien
estamos haciendo daño como consecuencia de nuestro egoísmo o nuestra
ignorancia. Necesitamos ejercer el esfuerzo, el sacrificio de comprender que
ese hermano que está sufriendo por nuestra causa, nosotros no desearíamos que
nos ocurriese. Y aunque nos duela, tenemos la oportunidad de poder elegir esta
actuación, que nos reportará muy rápidamente una respuesta de felicidad.
[1] Evangelio según San Mateo
18,3.
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