Evolucionando
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Crome
Testimonio
del transcriptor del 03/08/2021
Poema
de formato libre
ENTENDIENDO MI PAISAJE
¿Acaso yo puedo atreverme a
juzgar?
Yo, que he sido capaz de actuar
con crueldad,
que he mirado con desdén,
que he experimentado la
envidia,
que la ira me guiaba,
y el carácter egoísta
así lo justificaba.
Yo, que he mentido,
que he provocado,
que me he defendido,
y también he atacado
¿Cómo puedo atreverme
a juzgar ahora a mi hermano,
si en el transcurso de mi vida
peor aún me he portado?
ELIGIENDO EL CAMINO
La compasión y la comprensión
no es santidad, es sabiduría,
es justicia, es coherencia,
es el primer paso, cada día,
para sentir de Dios su
presencia.
Quizá podría pensar
en llenar mi vida de lágrimas,
de sentir remordimientos,
de llorar por tantas almas
a las que negué el alimento.
Son lecciones de mi vida
que ya no quiero ocultar,
y me muestro cada herida
que no quiero ver sangrar.
RECONOCERME EN EL ESPEJO
Si pudiera compensar
todo el daño producido,
las lágrimas que brotaron,
de ojos que yo he maldecido.
Si yo pudiera sentir
el dolor que antes produje,
dónde estaría mi orgullo
con el que antes me seduje.
Si solo pudiera aliviar
los dolores producidos,
quizá mi cuenta de amor
tendría otro colorido.
Y pensaba que era grande
pero era infinitesimal,
creía en el regalo de la vida
incluso cuando hacía mal.
Y los mensajes que me dio
la vida por tantas veces,
los confundía, creyendo
que apenas eran memeces.
Que la fuerza aún imperaba,
era mi principal pieza,
y el honor no se mancillaba,
mejor rodara mi cabeza.
VIENDO LA LUZ
Pero ahora confío en Dios,
en su justicia divina,
en su amor misericordioso
que perdona mi desdicha.
Y aunque ahora sé algo más
de comprensión y amor divino
nunca debo de olvidar
mi comportamiento de niño
que me empujaba a actuar
de un modo irreflexivo,
actuando sin pensar,
sin compasión en mi camino.
Y experimenté en mí compasión,
y aprendí cómo se siente y se
sufre,
supe que acompañar al hermano
es ayudarlo sin que se
derrumbe.
Y una palabra de apoyo,
y un gesto de consuelo,
y una caricia de ánimo,
todo nos llega del cielo.
Son gestos que nada cuestan
pero que valen millones,
que se regalan desde el corazón
y llegan a otros corazones.
Dónde está acaso el éxito
si no es en la felicidad,
nunca busquemos el mérito
si no es con nuestra piedad.
porque si damos amor,
más amor recibiremos,
y no hay regalo más profundo
que el amor que merecemos.
Así, juntos, en unión
el mundo se hace más limpio,
más seguro, más cabal,
cuidando más del vecino.
Repartiendo amor somos ricos
compartimos esperanzas,
y aunque no hacemos promesas
la vida se nos abraza.
Y el bien llena nuestras mesas
para alimentarnos mejor
del fruto agradecido
que no es otra cosa que amor.
Enseñanza de pupilo
que ilumina nuestras frentes
con la sagrada aureola
y que nos hace más fuertes.
Sentimos felicidad
a cada paso que damos
y eso nos impulsa a dar
más a nuestros hermanos.
Pero olvida el egoísmo
pues la sagrada actitud
es cuando se siente uno mismo
sin la más mínima virtud.
Regocíjate si Dios
ilumina tu camino,
cuando te ofrece un hermano
que comparta tu destino.
Para ayudarle, cubrirle,
darle lo que necesita,
facilitar su experiencia
que dé sentido a su vida.
No pidamos por nosotros,
seamos más consecuentes,
porque el amor de verdad
es dar a toda la gente.
Y cuando escuchas la vida
y puedes callar la mente,
vas comprendiendo que el día
es cada vez diferente.
Es un regalo también,
es fuerza que aprovechamos,
es vivir en el placer
de amar a nuestros hermanos.
Y si podemos seguir
con la luz que nos da Dios,
daremos paso al fluir
que hace crecer el amor.
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