Creer en el amor
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Crome
Nota
personal del transcriptor del 22/06/2022
Me han preguntado si creo en el
amor. Aunque la respuesta podría ser muy corta, he comprendido que con un
rotundo “sí” no sería suficiente, por lo que he intentado explicarlo,
argumentarlo, de acuerdo a mi siempre limitada capacidad. He aquí lo que he
respondido:
El amor es la energía que nos
mueve en la dirección que nos marca Dios para poder evolucionar. Esto, que
puede considerarse una teoría, se puede justificar de diferentes formas. La
primera de ellas es que, de acuerdo al principio de que todo efecto tiene que
tener una causa, el universo tendrá que tener una causa que lo creara. Y esa
causa, que se le puede denominar de muchas formas, Energía Creadora, Dios… cada
cual puede darle el nombre que quiera, si lo ha creado, tiene que tener la
posibilidad de interactuar con él, y si esta energía creadora nos ha creado a
nosotros y no fuese una energía vinculada al amor, una energía de amor, hace
mucho tiempo que nos habría extinguido, porque la humanidad, a lo largo de toda
su historia, ha ganado méritos más que suficientes para ser extinguida.
Pero, sorprendentemente, la
humanidad no ha desaparecido y, de hecho, actualmente, con todos los problemas
que tenemos, estamos infinitamente mejor que en la época de la segunda guerra
mundial, que en la época de Napoleón, que en la época de la Roma imperial.
Vamos evolucionando. Pero ¿en qué evolucionamos realmente? Estamos mejorando en
amor.
Y la cuestión es que, si Dios
no nos ha extinguido, es evidente que su nivel de amor está muy por encima del
nivel de amor al que nosotros podamos aspirar, ni siquiera imaginar. Y si
podemos entender a Dios como la expresión más sublime de amor que pueda
existir, creer en Dios es creer en el amor. Y tiene que haber “algo” que haya
creado todo este universo, porque también sería casualidad que la naturaleza, por
una especie de aleatoriedad, llegase a “fabricar” vida. Eso es algo que ningún
ser humano ha sido capaz de crear desde la materia inerte, por lo cual, algo
tiene que haber por encima de la realidad de sabiduría del ser humano más
evolucionado. Y a eso podemos llamarle Dios o de cualquier otra forma, y esa
realidad tiene que ser amor y, por tanto, yo creo en el amor, porque la vida me
ha demostrado que el amor es la fuerza que nos impulsa a actuar del mejor modo
posible, del modo que nos permite evolucionar, crecer y colmar nuestra vida de
felicidad.
Otro tema es que si hay alguien
que me dice que no cree en el amor. Yo creo en el libre albedrío y creo en la
libertad, de modo que cada cual es libre para poder decidir lo que quiere creer
y lo que no quiere creer, y esa libertad que otorgamos a los demás, también
debemos concedérnosla a nosotros mismos para poder ser capaces de resolver las
situaciones de nuestra vida con el nivel de sabiduría que tenemos cada cual, o
de ignorancia, como lo queramos denominar. Al fin y al cabo, sabiduría e
ignorancia son como la luz y la oscuridad, o el calor y el frío. En realidad,
la ignorancia, la oscuridad y el frío son ausencia de sabiduría, de luz y de
calor respectivamente.
Por tanto, si somos capaces de
entender que todo el mundo tiene la posibilidad de elegir libremente, pues
solamente en libertad se está en condiciones de querer escuchar, tenemos la
posibilidad de poder transmitir la información cuando los demás están
dispuestos, no antes. Así, es posible que nos digan “yo no creo en el amor y,
por mucho que me digas, no voy a creer”. Entonces para qué perder el tiempo.
Sin embargo, si está diciendo
“no creo en el amor, pero me gustaría conocer tu opinión”, eso ya es una cosa
diferente, porque tenemos la oportunidad de transmitirle nuestra forma de
verlo. Pero es la nuestra, y no tiene porqué ser la de la otra persona, ni
tiene porqué ser verdad y, de hecho, todo lo que consideramos verdad hoy,
dentro de un tiempo es posible que hayamos evolucionado y entendamos esa verdad
desde un punto de vista mucho más profundo. Por lo tanto, pretender que
nosotros, o que cualquier otra persona esté en posesión de la verdad, es un
auténtico error.
Pero claro, cada cual tenemos
“nuestro” nivel de verdad, y con él tenemos que jugar la partida de nuestra
vida. Y creo que eso es muy importante, porque nos permite entrar en la
dinámica que nos da libertad para poder elegir nuestro propio destino sin tener
que estar dependiendo de qué es lo que pone en determinado libro o qué es lo
que dijo determinada persona, gurú o como se le quiera llamar. Porque el camino
lo tenemos que recorrer cada cual, y las opiniones de los demás son solamente
opiniones. Lo importante no es la información que recibimos, sino qué es lo que
hacemos con ella[1]. Y no es importante quién emite la información, porque la
persona más ignorante nos puede aportar información que nos pueda ser de
utilidad, y la persona más sabia nos puede estar explicando contenidos que no
nos resulten útiles en este momento[2].
Cada cual está siguiendo su
propio camino, y “echar perlas a los cerdos”[3], se puede entender como que, si
hay alguien que realmente tiene interés en conocer nuestra opinión, hay que
tener la paciencia hasta que realmente lo manifieste. Se puede tender la mano, pero
no se puede obligar a nadie a actuar como deseamos, y mucho menos a pensar.
[1] Ver artículo La diferencia entre nuestros propios pensamientos y los mensajes
de nuestro Guía Espiritual
[2] Ver artículo Centraros en el mensaje, no en el mensajero
[3] Evangelio según San Mateo
7,6.
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