El “carácter fuerte”. La ira y la soberbia
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Comunicación
recibida el 13/04/2020 (extracto
textual de la sesión completa)
Es muy habitual utilizar la
expresión de que una persona tiene el “carácter fuerte”. Con ello se nos indica
que tiene una actitud reactiva por medio de la ira, que la manifiesta
intentando, por todos los medios, superar a sus adversarios, lo cual también
muestra la soberbia[1], que tantas veces traiciona nuestro camino en la vida.
La ira y la soberbia son dos de
las cualidades que más nos dificultan a la hora de evolucionar. Sin embargo, en
oposición se encuentran la compasión y la humildad, que son las puertas de la
felicidad, tanto en esta vida física como en la vida espiritual. Si analizamos
la soberbia, nos damos cuenta de que con ella nunca conseguiremos la paz en
nuestra vida, porque constantemente tendremos que luchar para pretender
ponernos por encima de los demás y, para ello, será preciso humillar al que es
moralmente superior, para poder rebajarlo, de modo que parecería que estamos
poniéndonos por encima pero, en realidad, somos nosotros los que más nos
rebajamos.
La otra cualidad que define al
“carácter fuerte” es la ira. Ese impulso que está siempre basado en el miedo y
que utiliza el principio de que el que golpea primero, golpea dos veces. La ira
nos ciega, dirige su energía destructiva sobre alguien o sobre algo, y no para
hasta destruirlo.
La ira se puede manifestar
desde la forma más sutil del sarcasmo hasta las más crueles manifestaciones,
que buscan provocar el máximo dolor en las víctimas. Y tanto la soberbia como
la ira, como cualquier baja pasión, se puede justificar con argumentos, porque
todo se puede razonar. Pero hay que ser capaces de escuchar, no solo a la
mente, sino también al corazón porque, que algo sea justificable, no significa que
sea bueno.
Por tanto, buscad la atención,
desarrolladla, para evitar que la soberbia y la ira traicionen vuestro proceso
de crecimiento, y que podáis modificar un carácter fuerte por la verdadera
fortaleza que tiene el carácter bondadoso, compasivo y humilde, que es el que
realmente nos mantiene por el camino de la felicidad, por el camino de Dios.
[1] Nota del canalizador: la
vanidad, el orgullo y la soberbia pueden ser manifestaciones de diferente grado
de
lucha, de sufrimiento y de intranquilidad (ver
artículo Las
etapas del poder en la evolución del ser humano).
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