Dialéctica. Expresarnos fundamentados en la prudencia y la coherencia
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Nota
personal del transcriptor del 13/01/2023
Hay
muchas cosas que ignoramos, y no podemos extraer conclusiones adecuadas en base
a ellas, pero existe un método, el método científico, que ha logrado llevar al
ser humano a unos niveles de evolución y bienestar desconocidos en la
antigüedad. El método científico emplea la
dialéctica como ciencia lógica, iniciada por Platón y consolidada por
Hegel que, en base a hipótesis (datos aún no
confirmados como verdaderos) que pasan por el análisis
(comprobación de los datos), establece unas tesis
(confirmación de la hipótesis, es decir, certificación del conocimiento que ya
tiene bases de demostración, con las evidencias necesarias para ser aceptado),
que definen y/o describen una nueva forma de entender un fragmento de la
realidad, de la creación. Estas tesis se intentan rebatir o refutar por medio
de las antítesis (intento de negación de la
tesis), buscando todas las vulnerabilidades de la tesis y, una vez comprobado
que no se pueden rebatir, se postulan las síntesis
(dar composición integral al todo), donde se integra toda la información,
logrando unas conclusiones útiles y aplicables.
Se adquiere
con todo ello una información que nos permite afirmar o negar algo desde un
punto de vista científico (epistemológico), y no desde una opinión expresada al
azar.
Es evidente
que se necesita de un tiempo, de un esfuerzo y de una capacidad para lograr
alcanzar estas conclusiones, pero son, precisamente, este tipo de opiniones las
que tienen un fundamento útil.
Todos debemos
tener derecho a opinar, y todos nos mostramos a los demás a través de nuestras
opiniones. Pero es evidente que todas las opiniones no son válidas, ni mucho
menos y, por eso, hay foros en los que las opiniones son restringidas a las
personas que han demostrado previamente que las pueden aportar de un modo
suficientemente fundamentado. Y es necesario que esto sea así para poder
avanzar en los procesos del entendimiento humano, de lo contrario sería
necesario comenzar, una y otra vez por el principio, cada vez que se
incorporase una persona nueva a un grupo de estudio.
Un
modo coherente de integrar a personas en estos grupos es, precisamente, valorar
estas capacidades, pero esto no siempre es posible. En ese caso, la
participación en calidad de oyentes o con prudentes aportaciones al principio,
facilitarán que las personas recién incorporadas vayan comprendiendo
correctamente la dinámica del grupo y poder aportar su correspondiente
influencia de un modo positivo y sin fricciones.
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