¿Cuánto puedes perdonar?
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personales del transcriptor del 15/05/2023
¿Cuánto
puedes perdonar a tu hijo, a tu hija?
¿Puedes
perdonarlo por que comete errores?
Cuando
no sabe ¿puedes perdonarlo porque no sabe?
Pero
cuando ha aprendido, cuando ya sabe hacer las cosas bien y de vez en cuando, y
sin de vez en cuando, todavía se equivoca ¿no te pasa eso también a ti?
¿Cuánto
eres capaz de perdonarlo? ¿setenta veces siete?
¿Eres
capaz de perdonarlo porque no aprovechó el curso, porque sacó malas notas?
¿Eres
capaz de perdonarlo porque no fue capaz de hacer las cosas bien?
¿Eres
capaz de perdonarlo porque en sus primeros pasos, tropieza y se cae?
¿O
porque se hizo caca encima cuando era bebé?
¿Puedes
perdonar todo eso?
¿Y
puedes perdonarlo cuando de adulto comete errores, cuando va con malas
compañías, porque necesita ser acogido por alguien y solamente esas personas
que tú llamas indeseables son las que lo cogen?
¿Podrás
perdonarlo entonces?
¿Podrás
perdonarlo cuando tuvo la osadía de crecer en tu vientre cuando tú no lo tenías
previsto, que te quiso dar una sorpresa que tú no querías, una sorpresa para la
que no te sentías preparada?
¿Eres
capaz de perdonarlo?
¿Eres
capaz de perdonarlo porque nació como consecuencia de una experiencia que él no
provocó, una experiencia que fue desagradable, qué fue dolorosa para ti, una
experiencia que te hizo sentir que te utilizaron, que abusaron de tu confianza,
que abusaron de tu debilidad, que abusaron del poder que tenían, y esa criatura
apareció en tu vida como consecuencia de ello?
¿Puedes
perdonarlo por ello?
Porque
apareció en tu vientre, y fue capaz de latir al ritmo de tu alma. Porque le
tocó aparecer entre tus brazos.
¿Podrás
perdonarlo también por eso?
¿Y
podrás perdonarlo porque llegó a tu vida cuando tú no lo pedías, cuando tú no
lo buscabas, cuando tenías previsto un futuro para ti y no contabas con esa
responsabilidad?
¿Podrás
perdonarlo?
¿Y
podrás perdonarlo también si nació de un modo especial, tan especial que era
diferente a los demás niños, y que ya lo era cuando se encontraba abrazado por
tu cuerpo, en tu interior?
¿Podrás
perdonarlo también?
A
lo mejor tenemos que ser capaces de perdonar a los demás setenta veces siete,
pero ¿somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos? ¿Eres capaz de perdonarte
por los errores cometidos? ¿Eres capaz de compensar todo lo que no fuiste capaz
de aprovechar en su momento, todos los errores que tú cometiste?
¿Cómo
querrías que fuese el mundo? ¿Cuál es el verdadero ingrediente que nos colma de
felicidad? Yo creo que es el amor, yo he experimentado que es el amor. Y el
amor nunca pone condiciones, porque si pone condiciones, no es amor, es
interés. Así que, cuando estamos dispuestos a amar incondicionalmente, ¿acaso
no estamos en disposición de perdonar también incondicionalmente?
Y
si nuestros actos no son siempre los más adecuados, la experiencia es la
escuela de la vida, donde podemos aprender de estos errores. Pero cuando ya
hemos aprendido las lecciones, cometer los errores es una elección, y es una
elección consciente.
La
vida es muy justa. Si somos capaces de sembrar buenas semillas, saldrán buenos
frutos. Pero también hay que cuidar, ayudar, apoyar para que esos frutos
salgan. Hay algunos frutos y algunas semillas, que necesitan poca atención,
poca ayuda, y hay otras que necesitan un mayor cuidado. Tenemos que entender
que cada planta es única y especial y que, si recibimos una planta para
cuidarla, podemos aprovecharla o podemos despreciarla. Los frutos que se pueden
extraer dependerán de la semilla, pero también de los cuidados que le hayamos
podido prodigar.
Somos
creadores de nuestro destino, protagonistas de nuestro mundo, y nuestras
decisiones son las que marcan la diferencia de nuestro propio destino y de la
influencia que ejercemos sobre el destino de los demás. En el camino están las
experiencias, las decisiones y las consecuencias.
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