La comunicación mediúmnica con espíritus sufrientes para ayudarles a ir a la luz (10). Cuándo hay que retirar al espíritu
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Resumen
de contenidos extraídos del análisis posterior a la reunión mediúmnica organizada
por la Asociación Espírita Allan Kardec, de Zaragoza (España) el 16/02/2024
Nota:
los contenidos que aquí se exponen son conclusiones personales del redactor,
por lo que en ningún momento se pueden valorar como opiniones del colectivo
espírita ni de la Asociación donde se desarrolló la experiencia.
Hay
ocasiones en las que es necesario retirar al espíritu, ya que la influencia que
ejerce sobre el médium puede llegar a ser nociva, ya que una permanencia muy
prolongada en el cuerpo del médium o una permanencia no tan prolongada, pero
cargada de sufrimiento, de ira, de miedo, de rencor, no es conveniente. Es más
importante el estado físico del médium que la posibilidad de que el espíritu
pase a la luz en ese momento, porque podrá tener nuevas oportunidades en el
futuro, y no es necesario sacrificar la salud del médium para lograrlo.
En
este sentido es útil seguir el principio de actuación de los salvavidas
acuáticos, que consiste en mentalizarnos de que la última persona que se puede
ahogar es el salvavidas, porque es el único que puede salvar a los demás, y si
él cae, todos los demás caen también. Cuando una persona se está ahogando, se
agarrará con todas sus fuerzas a lo primero que encuentre, y si es el
salvavidas, pueden ahogarse los dos. Igualmente puede ocurrir en el caso de la
mediumnidad, hay que cuidar en todo momento el estado del médium, no dejar que
se agote en el proceso, y este es el mejor criterio que le permitirá ser más
útil a lo largo del tiempo. Este principio debe mantenerse en la mente de todos
los encarnados que participan en la mesa mediúmnica[1], y siempre que pase un
espíritu negativo o sufriente, es importante hacer limpieza energética al
médium para liberarlo (ver
procedimiento).
[1]
Es evidente que por parte de la Espiritualidad Superior esto se conoce
perfectamente, pero cada cual tiene su cuota de responsabilidad y, como nos
mostró el Gran Maestro Jesús, hay que dar al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios.
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