La Terapia del Perdón. Aumentar el nivel de consciencia

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Análisis y conclusiones personales extraídas del vídeo público “Así se vive en el cuarto nivel de consciencia”. Entrevista a Gonzalo Rodriguez-Fraile https://youtu.be/L1cunYLW3SY

Autor de este análisis: Vicente Lumbreras

E-mail: vicentelumbrerasm@gmail.com

Fecha: 07/02/2025

 

Título de la publicación donde está previsto incorporar estos contenidos:

LA TERAPIA DEL PERDÓN

Perdonarnos, perdonar y pedir perdón

El camino para sentir paz interior, expresar amor universal y experimentar felicidad profunda

 

Ante una experiencia que podemos considerar inaceptable, las respuestas cambian en función del nivel de consciencia, ya que la consciencia es la puerta que nos lleva a acceder a la conciencia.

Cuando nos encontramos en el nivel físico, una experiencia que consideramos inaceptable la resolveremos a través de la violencia físico-emocional. Se producirán agresiones físicas y daños materiales.

En el nivel mental, ya la violencia física no se considera, pero sí la violencia mental-sentimental. Habrá rechazo, insultos, desprecios, críticas y maledicencia. Se solventarán los conflictos a través de la justicia, siendo los abogados los que se encargan de gestionar las disputas, pero según el grado de evolución, las personas implicadas percibirán unos niveles mayores o menores de sufrimiento.

En estos dos primeros casos, las personas afectadas se consideran víctimas y siempre encuentran a responsables a quienes culpar, el problema y la culpa siempre están fuera, y todo lo que hacen lo intentan justificar.

En el nivel espiritual no puede haber violencia, ni interna ni externa, porque solo pueden manifestarse expresiones de amor y sabiduría. Por tanto:

-        Se gestionará todo de un modo amoroso y positivo.

-        Habrá comprensión de la situación sin juicio.

-        Se percibirá la responsabilidad propia sin culpa.

-        Se intentará resolver lo que sea posible.

-        Se pondrán límites para evitar ser afectados de nuevo por las mismas experiencias y por las mismas personas. Esto no significa necesariamente romper las relaciones, o sí, ya que hay muchos factores que pueden influir, y es importante analizar y valorar la situación desde la paz interior y la autorresponsabilidad para contribuir a mejorar esa experiencia, intentando expresar el mayor nivel de amor universal que sea posible.

-        Si existe algún tipo de diferencias de opinión, siempre se buscará el modo de beneficiar a todos, tanto las personas implicadas como todo el entorno.

Es importante aclarar que el amor tiene como principio tratar a los demás como a nosotros mismos, por lo que no puede entrar dentro de este nivel la indefensión ante cualquier tipo de abuso porque, no solamente estaríamos favoreciendo que el mal triunfase en ese momento, sino que lo estaríamos fortaleciendo, facilitando su desarrollo y expansión. Por tanto, la lucha contra el mal conviene hacerla desde los máximos niveles de amor universal, lo que implica velar por la justicia, defender a los inocentes y limitar las capacidades de dañar por parte de quienes no respetan los derechos y libertades de los demás.

Cuando alguien que se encuentra en el nivel del alma tiene un tropiezo con alguien de niveles inferiores, el acuerdo puede hacerse muy difícil y puede ser necesario acabar en los tribunales de justicia, pero la persona que se encuentra en el nivel del alma hará lo posible por implicarse lo mínimo, dejando en manos de sus abogados la gestión del proceso e intentando que le afecte lo mínimo posible. Controlará la implicación emocional y aceptará la experiencia para intentar aprender lo máximo de ella.

Te propongo que hagas un ejercicio simulando lo que podría hacer una persona en cada uno de los tres niveles (físico, mental y espiritual) ante diferentes situaciones que hayas experimentado en la vida. Te pongo varios ejemplos que puedes utilizar:

-        Va andando por la calle y tropieza con otra persona hombro contra hombro.

-        Va conduciendo por la ciudad, hace una maniobra incorrecta y otra persona asoma su cabeza por la ventanilla del coche y te empieza a insultar.

-        Llega a su casa y se encuentra con personas que se han metido en ella como okupas.

-        Su pareja le confiesa que ha sido infiel.

-        Un ser querido muere como consecuencia de una negligencia de otra persona.

Los pensamientos son una energía de gran poder e influencia. De acuerdo con los pensamientos que sembramos y emitimos, así la vida nos devolverá los frutos. Y la violencia mental, los pensamientos negativos dirigidos hacia nosotros mismos o hacia otras personas o situaciones, generarán una influencia del mismo tipo, y las respuestas de la vida hacia nosotros serán correspondientes con ellas. Por tanto, podemos comprender que todo lo que nos ocurre está relacionado con las experiencias que necesitamos, ya sea para aprender, ya sea para enseñar a través del ejemplo, y culpar a los demás de lo que nos ocurre es, en esencia, una manifestación de ignorancia.

Cada vez que veamos a una persona que consideremos espiritualmente elevada, podremos afirmar, sin lugar a dudas, que ha cometido más errores, pero ha aprendido de ellos, que otras personas que valoremos como más ignorantes, porque gracias a esos errores ha podido aprender y transformarse. Hay muy pocas cosas que seamos capaces de aprender sin cometer errores. Esto nos permite comprender que cualquiera de las experiencias superadas, que nos mantienen en la serenidad de la paz interior, son experiencias que hemos logrado integrar en nuestro bagaje evolutivo.

Todas las experiencias muestran una oportunidad de aprendizaje diferente a cada una de las personas que participan directa o indirectamente en ellas, y todo lo que nos ocurre es porque somos correspondientes con esas experiencias para que nuestra alma pueda evolucionar.

“De la mano de Dios nos vienen todos los bienes y todos los males, es decir, las cosas que nos molestan y que falsamente llamamos males: porque en realidad son bienes, cuando las aceptamos como venidas de parte del Señor” (San Alfonso Ligorio, Conformidad con la voluntad de Dios). Esta afirmación nos permite comprender el valor inmenso de observar la experiencia de la vida como una escuela, con muchas enseñanzas que aprender y pruebas que superar para evolucionar poco a poco.

Comprender los errores de los demás es todo un reto cuando nos afectan a nosotros, pero comprender los errores propios lo es más.

Ante cualquier error cometido por otra persona que nos afecta a nosotros, el gran reto es:

-        La aceptación de la experiencia.

-        La resolución del problema causado.

-        El perdón por el error cometido.

-        La actitud de servicio cuando pueda ser oportuno.

Desde la soberbia no se puede perdonar realmente, porque siempre tendrá un tinte de condescendencia y superioridad. Desde el orgullo siempre habrá un rechazo y una justificación de los defectos de la otra persona. Desde la vanidad se monta un teatro para mostrarse con bondad y condescendencia ante los demás. El perdón verdadero solamente puede expresarse desde la humildad y el amor, que son las herramientas para expresar la sabiduría.

El verdadero perdón no es selectivo, es universal, porque es una expresión del amor, que también es universal.

Cuando entendemos que todo aquello que nos quita la paz es una oportunidad que nos da la vida para poder evolucionar, y que esas experiencias se manifiestan en la mayoría de las ocasiones a través de personas, la perspectiva de la experiencia cambia totalmente, y carece de sentido mantener rencor, odio o cualquier otro sentimiento vinculado al miedo. Dejamos de observar culpables y los podemos ver como responsables o, mejor aún, como irresponsables, como ignorantes a los que la vida les mostrará las lecciones que les puedan corresponder, todo ello comprendiendo la necesidad de defender nuestros derechos y libertades en todo lo que sea posible, pero siempre desde ese amor universal que busca la armonía en todo momento y lugar. Es a partir de este momento en el que el concepto condescendiente de perdonar deja de tener sentido, porque se comprende la experiencia de las almas, y el perdón se convierte en una expresión creativa de la vida.

Si Dios es la inteligencia y poder absolutos que lo ha creado todo, cuando no aceptamos algo, parecería lógico que pudiésemos enfadarnos con Dios, pero en cuanto se analiza desde la paz interior podemos ver que carece de sentido.

Cuando se castiga a un niño pequeño con la intención de corregirlo y educarlo, lo habitual es que no sea capaz de comprender esos castigos en ese momento, pero cuando se hace adulto y tiene hijos, entonces sí que lo comprende. Igualmente ocurre con nuestra relación con Dios, cuando sufrimos las consecuencias de nuestros errores, si estamos en una fase de mente infantil, de ignorancia, no comprendemos porqué ocurren estos sucesos, pero si vamos evolucionando, el nivel de comprensión aumenta y es entonces cuando entendemos las Leyes Divinas y aceptamos la realidad.

La delimitación amorosa es una manifestación de la sabiduría, porque nos permite evitar los problemas por adelantado, ya sea como consecuencia de las experiencias previas con determinadas personas o del conocimiento de la situación que se nos presenta y que anticipamos que puede tener consecuencias no convenientes.

En un nivel espiritual elevado, el miedo desaparece, ya que la comprensión espiritual ilumina la ignorancia, que es la base de todo miedo.

La estima y la autoestima provienen de la comprensión de que toda la Creación somos hijos de Dios.

Es diferente una agresión verbal de una agresión física, porque de la primera no es imprescindible defenderse, pero de la segunda sí. En el caso de la agresión verbal, la experiencia puede ayudarnos a aprender a gestionarla, por lo que se puede plantear la posibilidad de mantener el contacto o la relación con la persona o personas que promueven esa agresión verbal, entendiendo que esas personas son nuestras entrenadoras en ese proceso evolutivo que estamos eligiendo conscientemente. Evidentemente, es posible que no nos sintamos con la preparación adecuada para poder aprender en este momento esa asignatura de la vida, y de acuerdo con nuestro libre albedrío podemos posponer la lección para más adelante, lo cual tendrá consecuencias siempre relacionadas con el sufrimiento, pero es una elección que tenemos la libertad de poder plantearnos. Esta procrastinación, esta demora, no se puede retrasar de forma infinita, porque llegará un momento en el que la vida ya no nos permitirá posponerla, y entonces nuestra tarea será mucho más difícil debido, precisamente, a esta demora que voluntariamente hemos elegido.

En los casos de agresión verbal, el verdadero peligro reside en el daño que sufre el ego, pero es evidente que es un excelente entrenamiento que podemos aprovechar para poder desarrollar nuestro equilibrio y nuestra sabiduría, siempre que los pongamos al servicio del bien común, del mantenimiento de la paz interior y de la manifestación del amor universal.

Uno de los principios esenciales de la evolución consiste en dirigir nuestra propia vida, por lo que es necesario que nos hagamos responsables de ella, que incluye, entre otras cosas, no dejar nuestra paz interior en manos externas, especialmente de ignorantes, y cuando la vida nos pone este tipo de situaciones que nos quitan la paz, es muy recomendable aprender de ellas antes de tomar distancia, porque de lo contrario, lo más habitual es que la vida nos vuelva a poner en otra situación semejante para que podamos aprender a resolverla. Y, repito, cuando una lección no se aprende, hay que repetirla con un sobreesfuerzo adicional.

Toda actitud de servicio implica respeto, por lo que resulta inviable plantearse ninguna postura de crítica ácida a nadie, y una herramienta que nos puede servir para ello es analizar cómo transmitiríamos una información delicada a una persona querida que esté pasando por una situación muy dura de sufrimiento.

Nuestro ser integral se manifiesta en todos los niveles. El hecho de que un determinado nivel esté bloqueando a los niveles superiores no significa que esos niveles superiores no existen ni que no tengan ningún tipo de evolución, sino que en ese momento dado no se pueden manifestar. Esto nos permite comprender que una persona que se encuentra en un nivel bajo de conciencia es posible que pueda acceder al nivel espiritual pero en el grado de su propia evolución, y si hace el esfuerzo de mantenerse en ese nivel, estará expresando su mejor versión de ese momento.

Los impulsos del instinto se manifiestan a nivel físico, y los del ego se observan en el nivel mental. Para que se produzca un determinado acto, ha tenido que haber un pensamiento, y para controlar nuestros actos podemos utilizar las herramientas de los niveles de la mente y del alma, pero en el nivel del pensamiento es únicamente el alma la que tiene la capacidad de poder controlarlo, por lo que podemos afirmar que es más fácil controlar los actos meditados que los pensamientos. No ocurre lo mismo con los actos instintivos, que podemos gestionarlos en cierta medida, pero no podemos controlarlos de forma absoluta, ya que cuando se activa el “modo supervivencia”, interrumpe el resto de las capacidades. Como conclusión, podemos afirmar que es más fácil controlar los actos que controlar los pensamientos, por lo que, si nos centramos en controlar nuestros pensamientos, lograremos controlar igualmente los actos a través de la transformación interior, gracias al principio de causación descendente.

Decía San Pablo que “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús” (la iluminación, el reino interior) le libró de la ley del pecado y de la muerte (Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos 8:2). Liberarnos del pecado es eliminar la tentación, que solo se logra a través de la comprensión espiritual. Y la liberación de la muerte se logra con la comprensión de la experiencia infinita del alma inmortal.

El sufrimiento nace al resistirnos a la realidad, al no aceptarla como es. La liberación del sufrimiento se logra cuando aprendemos a aceptar la realidad, a dejar de resistirnos y sufrir por lo que ocurre.

El ego, que se manifiesta en los niveles físico y mental, busca acumular las riquezas de este mundo, desde bienes materiales hasta reconocimiento público, expresiones relacionadas con la vanidad, el orgullo o la soberbia, cualidades todas que solo buscan la conveniencia propia. Pero cuando superamos el nivel del ego, cuando entramos en el nivel del alma, aplicamos la Regla de Oro (ver La solución a todo: La Regla de Oro de Jesús), y buscamos el bien colectivo en la misma medida que el bien propio.

Para poder poner en práctica una verdadera actitud de servicio, sólo es posible hacerlo desde el nivel del alma, por lo que si mantenemos cualquier tipo de tentación necesitaremos evolucionar adecuadamente antes de poder ser servicial porque, en caso contrario, siempre habrá un precio por el que se nos podrá comprar el alma.

Es cierto que en los niveles inferiores se pueden tener una actitud positiva que permita ayudar a los demás, tanto en lo físico como en lo intelectual, pero solo se puede llegar al alma de los demás desde el alma propia.

Si las personas que tuviésemos en nuestro entorno, los políticos, los maestros, los funcionarios públicos, los empresarios, etc. pudieran elevar su vibración, su consciencia, al nivel del alma, cuántos problemas desaparecerían. Pero si sigue habiendo corrupción, abusos, aprovechamiento indecente, injusticias, y sufrimos por ello, todo esto ocurre en nuestra experiencia porque lo necesitamos para nuestra propia evolución. Pero si cambiamos nosotros, nuestros actos contribuirán a que brille la paz, el amor y la felicidad en nuestro entorno, lo que hará que se eleve un poquito el nivel vibratorio del conjunto, y nuestro ejemplo será la mejor escuela de vida para los demás, por lo que podemos comprender que nuestro ejemplo, ya sea de oscuridad, ya sea de luz, influye en todo lo que ocurre. Seamos ejemplares, es nuestra verdadera contribución de vida.

La evolución espiritual necesita obligatoriamente ponerse en práctica en las experiencias confrontantes de la vida cotidiana, ya que solo si se verifica se puede saber si es realmente verdad, y solo si se practica se convierte en un hábito, por lo que es imposible evolucionar ni en el ámbito teórico ni en un entorno idílico, tenemos que salir del Jardín del Edén para poder evolucionar. A través de la convivencia aprendemos, ponemos en práctica, comprobamos y compartimos nuestros valores. Nos transformamos en creadores de luz, nos convertimos en herramientas de Dios.

En los niveles físico y mental podemos creer en Dios de un modo más o menos complejo, creemos en un determinado Dios, y luchamos contra los que creen en otro Dios diferente. Pero solo desde el nivel del alma se puede experimentar la unión, sólo desde el espíritu se puede experimentar el espíritu, y es en este nivel donde nos sentimos realmente hijos de Dios, porque también sentimos al resto de la Creación como hijos suyos. Pero comprendamos que solamente se puede llegar a alcanzar el nivel del alma cuando logramos mantener la experiencia de la paz interior, porque cuando esta paz se desvanece, la mente o el cuerpo toman el control y bloquean la expresión del nivel del alma. Pero el cuerpo y la mente forman parte de nuestra realidad, son herramientas del alma que nos ayudan a perfeccionarnos y evolucionar, y la comprensión de que lo que verdaderamente somos no es el cuerpo físico ni la mente, nos permite valorar las experiencias físicas y mentales de un modo menos implicado, ya no nos sentimos un cuerpo, ya no nos sentimos una mente, sino que nos observamos como un alma que tiene las herramientas del cuerpo y de la mente. Y para que una herramienta funcione bien, hay que aprender a manejarla, cuidarla y aprovechar sus posibilidades, agradeciendo a quien nos las regaló, a Dios, y aprovechándolas para participar en la construcción de un mundo mejor, tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno.

El nivel del pensamiento se puede gestionar de un modo beneficioso a través de tres actitudes:

-        Espiritualizarlo. Centrar la atención en los valores espirituales, y aplicarlos a todos los ámbitos.

-        Abrirlo. Salirse de los conceptos extremos, cerrados y dogmáticos, conociendo diferentes puntos de vista con la intención de integrar y aprovechar la sabiduría que se manifiesta en toda forma de cultura y de pensamiento.

-        Controlarlo. Observar los pensamientos erráticos y seleccionar conscientemente con qué pensamientos realmente queremos quedarnos, evitando el secuestro que provoca la ira o el miedo.

El sentido del humor y la evolución amorosa están íntimamente vinculados, porque es necesario que nos riamos de nuestros propios errores si queremos superarlos sin crear dramas que solo ralentizan nuestro avance. Las relaciones de confianza y respeto fluyen mejor desde la alegría y el buen humor, incluso desde la broma cariñosa.

El buen humor es un excelente lubricante para los dramas, porque cambia de contexto el modo de comprender la situación y libera la mente de los bloqueos del dolor, pudiendo agradecer la experiencia como una oportunidad de evolución y facilitándonos la posibilidad de hacernos preguntas a nosotros mismos sobre todo aquello que nos limita.

Todo lo que hacemos tiene una finalidad común: la felicidad, pero debemos comprender que la felicidad es la respuesta y la consecuencia de elegir la experiencia de la paz interior y la expresión del amor universal, que no son otra cosa que elevar nuestra consciencia para poder acceder mejor a expresar nuestra conciencia, es decir, la chispa de Dios que realmente somos.

Comprendamos los tres niveles de nuestra realidad:

-        El nivel físico-instintivo lo compartimos con los animales.

-        El nivel mental-sentimental es el que adquirimos al alcanzar la condición humana, que denominamos ego y que está representado en el Génesis de la Biblia al comer del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal.

-        El nivel del alma. Cuando alcanzamos la capacidad de expresarnos desde este nivel, estamos desarrollando nuestra consciencia mística, o simplemente consciencia, y podemos comprender la trascendencia infinita de nuestra vida, de lo que somos, y está representado en el Génesis de la Biblia al comer del fruto del Árbol de la Vida.

El concepto de la “salvación del alma”, a la que se hace referencia en muchas religiones de un modo más o menos explícito, consiste en desarrollar nuestra consciencia, lo que nos hace, no solo responsables, que de eso ya se encarga la Ley de Causa y Efecto, sino autorresponsables, y es a partir de este momento cuando nos expresamos desde el nivel del alma y, como expresó el Gran Maestro Jesús, haciendo mención a Salmos 82:6, nos convertimos en dioses (Evangelio según San Juan 10:34), y esta frase podemos interpretarla como que alcanzamos la capacidad de poder expresarnos a través de la chispa de Dios que habita en nosotros, y que permanece esperando pacientemente a que evolucionemos libremente, como una semilla espera la llegada de la primavera para brotar.

A través de nuestra evolución vamos transformando nuestra forma de interpretar la realidad, empezando por lo externo, que nos permite comprender el proceso interno, y continúa con la percepción de la expresión universal de las cualidades. Por ejemplo, observamos la alegría en los demás, lo que nos permite comprenderla, para posteriormente poder identificarla en nosotros y finalmente expandirla de forma universal. Podremos decir, por tanto, que percibimos la alegría en los demás, que nos sentimos alegres y que somos una expresión de la alegría universal. En cada uno de estos niveles de comprensión hay un proceso gradual de percepción de esa realidad, expandiéndonos progresivamente según vamos evolucionando.

Todo proceso evolutivo es gradual, y hasta que no se consolida, se tiene la impresión de que se avanza y se retrocede. Por ejemplo, cuando se está aprendiendo a andar, es posible perder el equilibrio alguna vez, e incluso caerse, pero esta práctica forma parte del proceso de aprendizaje, y los errores son parte de la experiencia necesaria para poder alcanzar la maestría y la eficacia en cualquier habilidad y capacidad. Pero incluso cuando creemos haber alcanzado esta maestría, uno de los grandes errores es, precisamente, creerse que no vamos a volver a cometer errores. Pero la gran diferencia es que, a partir de ese nivel, estos errores siempre se cometerán sin intención, y se hará lo posible por corregirlos del mejor modo.

Los conceptos teóricos dejan de tener utilidad cuando se vive la experiencia conscientemente.

En el nivel del alma, “la consciencia” nos permite observar “la conciencia” que vive en nosotros, y que podríamos denominar la chispa de Dios que se expande a través de nuestro proceso evolutivo, y los conceptos morales se manifiestan sin ninguna resistencia, porque se expresan desde el amor universal. Desde el nivel del alma no son necesarias las normas, y por eso, podemos deducir que las normas de vida corresponden a un nivel inferior al del alma, al nivel de la mente, donde se comprenden estas normas, que ayudan a expresarse en la vida de un modo “correcto”, pero simplemente son herramientas que necesitamos cuando todavía no hemos llegado al nivel del alma, porque en el nivel de la mente se comprenden las normas pero no siempre se cumplen, pero en el nivel del alma todo se impregna de amor universal, lo cual hace que se cumplan esas normas sin necesidad siquiera de conocerlas.

“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos” (San Agustín de Hipona)

Este acceso al nivel del alma se logra a través de la interiorización y análisis de la experiencia de la vida, donde podemos revestir de amor todas aquellas circunstancias que nos habían quitado la paz, logrando con ello la comprensión espiritual de la experiencia de la vida y la preparación para responder en el futuro de un modo más alineado con la Ley del Amor, lo que nos permite desarrollar la confianza de que todas las experiencias por las que pasamos en el pasado, estamos pasando en el presente y pasemos en el futuro, serán necesarias para la evolución de nuestra alma, o lo que es lo mismo, comprenderemos la necesidad ineludible de la aceptación de la voluntad de Dios.

Este proceso de acceder al nivel del alma es experiencial, por lo que todas las explicaciones que se puedan dar solamente sirven para poder transmitir el modo en el que la persona lo ha logrado poner en práctica, lo cual puede ser una guía para algunas personas que estén pasando por el mismo tramo del camino, pero no para las demás. Hacernos conscientes de cómo ponerlo en práctica es el primer paso del maravilloso camino de la experiencia del alma.

Una de las cosas más importantes que poder integrar en este proceso es la comprensión de que hay cuestiones en el mundo que nos corresponden y hay otras que no. Si nos centramos en las primeras y comprendemos que las otras tienen su finalidad en la experiencia de la humanidad, pero que no son para nosotros, podremos contribuir del mejor modo posible al proceso de la evolución, tanto propia como de nuestro entorno, porque ante todos los problemas generados por otras personas, la actitud positiva es enviarles nuestras mejores intenciones, nuestras mejores vibraciones, en lugar de maldecir e insultar. La energía de nuestros pensamientos influye en el mundo de forma poderosa. Enviemos la mejor energía y estaremos participando en iluminar la Creación a través de nuestra pequeña contribución, porque mediante la crítica ácida, solo estamos enviando vibraciones igual de bajas que las que están emitiendo estas personas que actúan de este modo, tan lamentable, sí, pero si supieran hacerlo mejor, no lo harían de este modo.

Cuando en un entorno hay un pequeño grupo que actúa de un modo convencido y consciente, ya sea aportando luz o sombra, sus actos pueden transformar al colectivo completo. A este porcentaje, que suele estimarse en un 10%, se le denomina “masa crítica”, que va influyendo, contagiando a las demás personas a través de su impulsó arrollador. Esto ha ocurrido a lo largo de toda la historia de la humanidad, levantando civilizaciones o destruyéndolas. Pero, igual que se necesita mucho calor para poner a hervir una olla con agua, pero después solo es necesario un pequeño fuego para mantenerla, igualmente hasta lograr esta masa crítica es necesario un esfuerzo por mantener los ideales, puesto que habrá críticas, rechazo, burlas y desprecios. Solo con una actitud indomable pueden continuar con esta misión transformadora estas almas pioneras que vienen a elevar el nivel espiritual de la humanidad.

Cuando se entra en el nivel del alma podemos observar importantes transformaciones en los otros dos niveles. En el nivel físico se siente una mayor plenitud y en el nivel mental aumenta la claridad de ideas, conceptos y contextos, lo que permite evaluaciones más completas y exactas en los niveles más profundos. Aunque no se conozcan los conceptos técnicos o científicos, se comprende la esencia, la intención y el objetivo, lo que permite dirigir del mejor modo cualquier proyecto, siguiendo la Ley del Amor. Desde el nivel del alma es difícil que nadie se quede indiferente. Hay quienes sentirán un rechazo inmediato y mostrarán hostilidad, otras personas se deslumbrarán y desearán convertirse en seguidoras, abandonando sus propios caminos y entrando en la ceguera del fanatismo. Y, por último, habrá unas pocas personas que aprecien y valoren los ejemplos de vida y las enseñanzas que pueda compartir esta persona, lo que significará que se encuentran muy próximos en la escalera evolutiva de la vida. En los dos primeros casos se manifiestan energías mal situadas, bien por exceso (rechazo), bien por defecto (fascinación), y solo en el último caso hay verdadera capacidad de comprensión que poder integrar en la propia realidad a través de la puesta en práctica, el aprendizaje evolutivo. Sí que es cierto que en el caso de la fascinación se pueden experimentar emociones elevadas, incluso pensamientos y sentimientos trascendentes, pero al no haber una base sólida donde poder sustentar las raíces, el aprovechamiento es tremendamente pobre, lo que incluye interpretaciones erróneas que dan lugar a mitos, ritos y, lo que es peor, fanatismos.

“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero” (Santa Teresa de Jesús).

Cuando se entra en el nivel del alma, la experiencia en el plano encarnado se relativiza, deja de considerarse lo único y fundamental, y se comprende el valor de la experiencia espiritual. En este poema de Santa Teresa de Jesús se está mostrando un rechazo a la vida en aras de alcanzar el éxtasis espiritual, que yo, desde mi punto de vista, considero un error, ya que la experiencia de la vida forma parte del proceso, y la santa desea dejar de vivir en el presente y se focaliza en el futuro, lo que provoca la ansiedad que muestra en este poema. Cuando logramos elevarnos al nivel espiritual y somos capaces de bajar el Cielo a la Tierra, cuando la energía del espíritu se puede manifestar en los niveles mental y físico, es entonces cuando realmente estamos cumpliendo con éxito la misión para la que estamos aquí.

Todo proceso evolutivo es gradual. La comprensión en un determinado instante, en realidad, es la toma de consciencia del proceso que se ha venido gestando en el tiempo hasta llegar a alcanzar el objetivo buscado. Es el “¡eureka!”, que se manifiesta cuando la mente está en calma, pero solo con la condición previa de haber seguido el proceso necesario, porque solo si la tierra se prepara convenientemente pueden germinar buenos frutos, y solo si se prepara la mente se podrá llegar a nuevas conclusiones sólidas y contextualizadas, en caso contrario en una tierra árida solo aparecen frutos pobres, y los pensamientos se manifiestan en forma de ocurrencias sin ningún tipo de base.

Cada paso que se da en el camino de la evolución implica un desequilibrio que es el necesario para lograr avanzar. Es la sensación de vacío, de vértigo o de desorientación que se puede sentir al tener que soltar los conceptos antiguos que ya no nos sirven, para poder acoger, verificar interiorizar las nuevas verdades, la nueva luz que permanecía oculta a nosotros debido a nuestra ignorancia, pero que logramos acceder a ella al atrevernos a cruzar el abismo por el estrecho puente del aprendizaje. Pero hay que comprender la importancia de integrar la nueva sabiduría en nuestras realidades. El desprecio a la vida anterior solo nos indica que estamos cargados de soberbia y que no hemos comprendido realmente la enseñanza, porque la evolución construye, y todo lo antiguo que ya no es necesario no puede quedar esparcido como si fuera basura, ya que las ruinas serán los cimientos sobre los que se construirán los nuevos palacios, es decir, la información errónea antigua nos servirá para comprender mejor las nuevas verdades, serán el apoyo desde donde podremos ir comprendiendo esta nueva información. Sería absurdo despreciar la enseñanza infantil cuando estamos estudiando en la universidad, porque aquella enseñanza fue necesaria para poder alcanzar la comprensión de los nuevos conceptos, más complejos y elevados.

El éxtasis espiritual que se logra a través del uso de sustancias psicotrópicas o alucinógenas tiene el grave inconveniente de que no tiene mérito, de que no se ha realizado el trabajo evolutivo correspondiente y, por tanto, no se comprende ni se puede integrar en los otros dos niveles, y al desaparecer los efectos se siente un vacío existencial que solamente se puede aplacar con la inconsciencia del olvido o con la nueva exposición a estas sustancias, entrando en procesos de apatía en el primer caso y de adicción en el segundo, ambos evidentemente no deseables.

En el nivel espiritual, la involución no es posible, porque la adquisición de verdad es incorruptible, pero en los niveles físico y mental se puede verificar que sí es posible la involución, ya que la materia se degrada y se observa claramente cómo con la edad el cuerpo físico y la mente van perdiendo facultades. Sin embargo, en el nivel del alma, donde reside el archivo de la conciencia, los valores adquiridos y consolidados no se degradan, lo que puede observarse perfectamente en personas muy ancianas cargadas de amor y de sabiduría, aunque no necesariamente de conocimientos técnicos o culturales. Y también podemos observar a personas de avanzada edad que sufren procesos degenerativos en el cerebro y que muestran muy importantes cambios en su personalidad, y esto es consecuencia del deterioro físico del cerebro que, del mismo modo que un televisor estropeado no puede captar las señales que vienen del exterior para poder transformarlas en imágenes y sonido, el cerebro no puede captar ni procesar los mensajes del alma. Y cuando se contacta con personas desencarnadas que han estado durante años en estado vegetativo, y totalmente lúcidas ahora explican las experiencias por las que pasaron, así como las pruebas que tuvieron los seres queridos que estuvieron cuidándolas durante tiempo y tiempo, nos demuestran la perfección de la Creación para ayudarnos en el camino evolutivo.

Esta experiencia física no es un valle de lágrimas, sino una excelente escuela donde desarrollar las mejores cualidades a través de las operaciones de las pruebas más duras.

Las necesidades evolutivas de cada ser de la Creación van determinando las experiencias que van a presentársele, del mismo modo que en las necesidades educativas de los niños según sus diferentes edades y características determinan los programas educativos de los cursos escolares. Podríamos afirmar perfectamente que cuando cambiamos, nuestro entorno cambia para nosotros, porque lo observamos de forma diferente, interactuamos de forma diferente, y los resultados también son diferentes. Esto nos demuestra que la vida y las leyes que la rigen tienen dos finalidades:

-        La evolución de los seres de la Creación.

-        La comprensión por parte de estos seres de los procesos de la evolución.

 

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