La Terapia del Perdón. Aumentar el nivel de consciencia
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Análisis y
conclusiones personales extraídas del vídeo público “Así se vive en el cuarto
nivel de consciencia”. Entrevista a Gonzalo Rodriguez-Fraile https://youtu.be/L1cunYLW3SY
Autor de este
análisis: Vicente Lumbreras
E-mail: vicentelumbrerasm@gmail.com
Fecha: 07/02/2025
Título de la
publicación donde está previsto incorporar estos contenidos:
Perdonarnos, perdonar
y pedir perdón
El camino para sentir
paz interior, expresar amor universal y experimentar felicidad profunda
Ante una experiencia que podemos
considerar inaceptable, las respuestas cambian en función del nivel de
consciencia, ya que la consciencia es la puerta que nos lleva a acceder a la
conciencia.
Cuando nos encontramos en el nivel
físico, una experiencia que consideramos inaceptable la resolveremos a través
de la violencia físico-emocional. Se producirán agresiones físicas y daños
materiales.
En el nivel mental, ya la
violencia física no se considera, pero sí la violencia mental-sentimental.
Habrá rechazo, insultos, desprecios, críticas y maledicencia. Se solventarán
los conflictos a través de la justicia, siendo los abogados los que se encargan
de gestionar las disputas, pero según el grado de evolución, las personas
implicadas percibirán unos niveles mayores o menores de sufrimiento.
En estos dos primeros casos, las
personas afectadas se consideran víctimas y siempre encuentran a responsables a
quienes culpar, el problema y la culpa siempre están fuera, y todo lo que hacen
lo intentan justificar.
En el nivel espiritual no puede
haber violencia, ni interna ni externa, porque solo pueden manifestarse
expresiones de amor y sabiduría. Por tanto:
-
Se gestionará todo de
un modo amoroso y positivo.
-
Habrá comprensión de
la situación sin juicio.
-
Se percibirá la
responsabilidad propia sin culpa.
-
Se intentará resolver
lo que sea posible.
-
Se pondrán límites
para evitar ser afectados de nuevo por las mismas experiencias y por las mismas
personas. Esto no significa necesariamente romper las relaciones, o sí, ya que
hay muchos factores que pueden influir, y es importante analizar y valorar la
situación desde la paz interior y la autorresponsabilidad para contribuir a
mejorar esa experiencia, intentando expresar el mayor nivel de amor universal
que sea posible.
-
Si existe algún tipo
de diferencias de opinión, siempre se buscará el modo de beneficiar a todos,
tanto las personas implicadas como todo el entorno.
Es importante aclarar que el amor
tiene como principio tratar a los demás como a nosotros mismos, por lo que no
puede entrar dentro de este nivel la indefensión ante cualquier tipo de abuso
porque, no solamente estaríamos favoreciendo que el mal triunfase en ese
momento, sino que lo estaríamos fortaleciendo, facilitando su desarrollo y
expansión. Por tanto, la lucha contra el mal conviene hacerla desde los máximos
niveles de amor universal, lo que implica velar por la justicia, defender a los
inocentes y limitar las capacidades de dañar por parte de quienes no respetan
los derechos y libertades de los demás.
Cuando alguien que se encuentra en
el nivel del alma tiene un tropiezo con alguien de niveles inferiores, el
acuerdo puede hacerse muy difícil y puede ser necesario acabar en los
tribunales de justicia, pero la persona que se encuentra en el nivel del alma
hará lo posible por implicarse lo mínimo, dejando en manos de sus abogados la
gestión del proceso e intentando que le afecte lo mínimo posible. Controlará la
implicación emocional y aceptará la experiencia para intentar aprender lo
máximo de ella.
Te propongo que hagas un ejercicio
simulando lo que podría hacer una persona en cada uno de los tres niveles
(físico, mental y espiritual) ante diferentes situaciones que hayas
experimentado en la vida. Te pongo varios ejemplos que puedes utilizar:
-
Va andando por la
calle y tropieza con otra persona hombro contra hombro.
-
Va conduciendo por la
ciudad, hace una maniobra incorrecta y otra persona asoma su cabeza por la
ventanilla del coche y te empieza a insultar.
-
Llega a su casa y se
encuentra con personas que se han metido en ella como okupas.
-
Su pareja le confiesa
que ha sido infiel.
-
Un ser querido muere
como consecuencia de una negligencia de otra persona.
Los pensamientos son una energía
de gran poder e influencia. De acuerdo con los pensamientos que sembramos y
emitimos, así la vida nos devolverá los frutos. Y la violencia mental, los
pensamientos negativos dirigidos hacia nosotros mismos o hacia otras personas o
situaciones, generarán una influencia del mismo tipo, y las respuestas de la
vida hacia nosotros serán correspondientes con ellas. Por tanto, podemos
comprender que todo lo que nos ocurre está relacionado con las experiencias que
necesitamos, ya sea para aprender, ya sea para enseñar a través del ejemplo, y
culpar a los demás de lo que nos ocurre es, en esencia, una manifestación de
ignorancia.
Cada vez que veamos a una persona
que consideremos espiritualmente elevada, podremos afirmar, sin lugar a dudas,
que ha cometido más errores, pero ha aprendido de ellos, que otras personas que
valoremos como más ignorantes, porque gracias a esos errores ha podido aprender
y transformarse. Hay muy pocas cosas que seamos capaces de aprender sin cometer
errores. Esto nos permite comprender que cualquiera de las experiencias
superadas, que nos mantienen en la serenidad de la paz interior, son
experiencias que hemos logrado integrar en nuestro bagaje evolutivo.
Todas las experiencias muestran
una oportunidad de aprendizaje diferente a cada una de las personas que
participan directa o indirectamente en ellas, y todo lo que nos ocurre es
porque somos correspondientes con esas experiencias para que nuestra alma pueda
evolucionar.
“De la mano de Dios nos vienen
todos los bienes y todos los males, es decir, las cosas que nos molestan y que
falsamente llamamos males: porque en realidad son bienes, cuando las aceptamos
como venidas de parte del Señor” (San Alfonso Ligorio, Conformidad con la
voluntad de Dios). Esta afirmación nos permite comprender el valor inmenso de
observar la experiencia de la vida como una escuela, con muchas enseñanzas que
aprender y pruebas que superar para evolucionar poco a poco.
Comprender los errores de los
demás es todo un reto cuando nos afectan a nosotros, pero comprender los
errores propios lo es más.
Ante cualquier error cometido por
otra persona que nos afecta a nosotros, el gran reto es:
-
La aceptación de la experiencia.
-
La resolución del
problema causado.
-
El perdón por el
error cometido.
-
La actitud de
servicio cuando pueda ser oportuno.
Desde la soberbia no se puede
perdonar realmente, porque siempre tendrá un tinte de condescendencia y
superioridad. Desde el orgullo siempre habrá un rechazo y una justificación de
los defectos de la otra persona. Desde la vanidad se monta un teatro para
mostrarse con bondad y condescendencia ante los demás. El perdón verdadero
solamente puede expresarse desde la humildad y el amor, que son las
herramientas para expresar la sabiduría.
El verdadero perdón no es
selectivo, es universal, porque es una expresión del amor, que también es
universal.
Cuando entendemos que todo aquello
que nos quita la paz es una oportunidad que nos da la vida para poder
evolucionar, y que esas experiencias se manifiestan en la mayoría de las
ocasiones a través de personas, la perspectiva de la experiencia cambia totalmente,
y carece de sentido mantener rencor, odio o cualquier otro sentimiento
vinculado al miedo. Dejamos de observar culpables y los podemos ver como
responsables o, mejor aún, como irresponsables, como ignorantes a los que la
vida les mostrará las lecciones que les puedan corresponder, todo ello
comprendiendo la necesidad de defender nuestros derechos y libertades en todo
lo que sea posible, pero siempre desde ese amor universal que busca la armonía
en todo momento y lugar. Es a partir de este momento en el que el concepto
condescendiente de perdonar deja de tener sentido, porque se comprende la
experiencia de las almas, y el perdón se convierte en una expresión creativa de
la vida.
Si Dios es la inteligencia y poder
absolutos que lo ha creado todo, cuando no aceptamos algo, parecería lógico que
pudiésemos enfadarnos con Dios, pero en cuanto se analiza desde la paz interior
podemos ver que carece de sentido.
Cuando se castiga a un niño
pequeño con la intención de corregirlo y educarlo, lo habitual es que no sea
capaz de comprender esos castigos en ese momento, pero cuando se hace adulto y
tiene hijos, entonces sí que lo comprende. Igualmente ocurre con nuestra
relación con Dios, cuando sufrimos las consecuencias de nuestros errores, si
estamos en una fase de mente infantil, de ignorancia, no comprendemos porqué
ocurren estos sucesos, pero si vamos evolucionando, el nivel de comprensión
aumenta y es entonces cuando entendemos las Leyes Divinas y aceptamos la
realidad.
La delimitación amorosa es una
manifestación de la sabiduría, porque nos permite evitar los problemas por
adelantado, ya sea como consecuencia de las experiencias previas con
determinadas personas o del conocimiento de la situación que se nos presenta y que
anticipamos que puede tener consecuencias no convenientes.
En un nivel espiritual elevado, el
miedo desaparece, ya que la comprensión espiritual ilumina la ignorancia, que
es la base de todo miedo.
La estima y la autoestima
provienen de la comprensión de que toda la Creación somos hijos de Dios.
Es diferente una agresión verbal
de una agresión física, porque de la primera no es imprescindible defenderse,
pero de la segunda sí. En el caso de la agresión verbal, la experiencia puede
ayudarnos a aprender a gestionarla, por lo que se puede plantear la posibilidad
de mantener el contacto o la relación con la persona o personas que promueven
esa agresión verbal, entendiendo que esas personas son nuestras entrenadoras en
ese proceso evolutivo que estamos eligiendo conscientemente. Evidentemente, es
posible que no nos sintamos con la preparación adecuada para poder aprender en
este momento esa asignatura de la vida, y de acuerdo con nuestro libre albedrío
podemos posponer la lección para más adelante, lo cual tendrá consecuencias
siempre relacionadas con el sufrimiento, pero es una elección que tenemos la
libertad de poder plantearnos. Esta procrastinación, esta demora, no se puede
retrasar de forma infinita, porque llegará un momento en el que la vida ya no
nos permitirá posponerla, y entonces nuestra tarea será mucho más difícil
debido, precisamente, a esta demora que voluntariamente hemos elegido.
En los casos de agresión verbal,
el verdadero peligro reside en el daño que sufre el ego, pero es evidente que
es un excelente entrenamiento que podemos aprovechar para poder desarrollar
nuestro equilibrio y nuestra sabiduría, siempre que los pongamos al servicio
del bien común, del mantenimiento de la paz interior y de la manifestación del
amor universal.
Uno de los principios esenciales
de la evolución consiste en dirigir nuestra propia vida, por lo que es
necesario que nos hagamos responsables de ella, que incluye, entre otras cosas,
no dejar nuestra paz interior en manos externas, especialmente de ignorantes, y
cuando la vida nos pone este tipo de situaciones que nos quitan la paz, es muy
recomendable aprender de ellas antes de tomar distancia, porque de lo
contrario, lo más habitual es que la vida nos vuelva a poner en otra situación
semejante para que podamos aprender a resolverla. Y, repito, cuando una lección
no se aprende, hay que repetirla con un sobreesfuerzo adicional.
Toda actitud de servicio implica
respeto, por lo que resulta inviable plantearse ninguna postura de crítica
ácida a nadie, y una herramienta que nos puede servir para ello es analizar
cómo transmitiríamos una información delicada a una persona querida que esté
pasando por una situación muy dura de sufrimiento.
Nuestro ser integral se manifiesta
en todos los niveles. El hecho de que un determinado nivel esté bloqueando a
los niveles superiores no significa que esos niveles superiores no existen ni
que no tengan ningún tipo de evolución, sino que en ese momento dado no se
pueden manifestar. Esto nos permite comprender que una persona que se encuentra
en un nivel bajo de conciencia es posible que pueda acceder al nivel espiritual
pero en el grado de su propia evolución, y si hace el esfuerzo de mantenerse en
ese nivel, estará expresando su mejor versión de ese momento.
Los impulsos del instinto se
manifiestan a nivel físico, y los del ego se observan en el nivel mental. Para
que se produzca un determinado acto, ha tenido que haber un pensamiento, y para
controlar nuestros actos podemos utilizar las herramientas de los niveles de la
mente y del alma, pero en el nivel del pensamiento es únicamente el alma la que
tiene la capacidad de poder controlarlo, por lo que podemos afirmar que es más
fácil controlar los actos meditados que los pensamientos. No ocurre lo mismo
con los actos instintivos, que podemos gestionarlos en cierta medida, pero no
podemos controlarlos de forma absoluta, ya que cuando se activa el “modo
supervivencia”, interrumpe el resto de las capacidades. Como conclusión,
podemos afirmar que es más fácil controlar los actos que controlar los
pensamientos, por lo que, si nos centramos en controlar nuestros pensamientos,
lograremos controlar igualmente los actos a través de la transformación
interior, gracias al principio de causación descendente.
Decía San Pablo que “la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús” (la iluminación, el reino interior) le libró de
la ley del pecado y de la muerte (Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos
8:2). Liberarnos del pecado es eliminar la tentación, que solo se logra a
través de la comprensión espiritual. Y la liberación de la muerte se logra con
la comprensión de la experiencia infinita del alma inmortal.
El sufrimiento nace al resistirnos
a la realidad, al no aceptarla como es. La liberación del sufrimiento se logra
cuando aprendemos a aceptar la realidad, a dejar de resistirnos y sufrir por lo
que ocurre.
El ego, que se manifiesta en los niveles físico y mental, busca acumular las riquezas de este mundo, desde bienes materiales hasta reconocimiento público, expresiones relacionadas con la vanidad, el orgullo o la soberbia, cualidades todas que solo buscan la conveniencia propia. Pero cuando superamos el nivel del ego, cuando entramos en el nivel del alma, aplicamos la Regla de Oro (ver La solución a todo: La Regla de Oro de Jesús), y buscamos el bien colectivo en la misma medida que el bien propio.
Para poder poner en práctica una
verdadera actitud de servicio, sólo es posible hacerlo desde el nivel del alma,
por lo que si mantenemos cualquier tipo de tentación necesitaremos evolucionar
adecuadamente antes de poder ser servicial porque, en caso contrario, siempre
habrá un precio por el que se nos podrá comprar el alma.
Es cierto que en los niveles
inferiores se pueden tener una actitud positiva que permita ayudar a los demás,
tanto en lo físico como en lo intelectual, pero solo se puede llegar al alma de
los demás desde el alma propia.
Si las personas que tuviésemos en
nuestro entorno, los políticos, los maestros, los funcionarios públicos, los
empresarios, etc. pudieran elevar su vibración, su consciencia, al nivel del
alma, cuántos problemas desaparecerían. Pero si sigue habiendo corrupción,
abusos, aprovechamiento indecente, injusticias, y sufrimos por ello, todo esto
ocurre en nuestra experiencia porque lo necesitamos para nuestra propia
evolución. Pero si cambiamos nosotros, nuestros actos contribuirán a que brille
la paz, el amor y la felicidad en nuestro entorno, lo que hará que se eleve un
poquito el nivel vibratorio del conjunto, y nuestro ejemplo será la mejor
escuela de vida para los demás, por lo que podemos comprender que nuestro
ejemplo, ya sea de oscuridad, ya sea de luz, influye en todo lo que ocurre.
Seamos ejemplares, es nuestra verdadera contribución de vida.
La evolución espiritual necesita
obligatoriamente ponerse en práctica en las experiencias confrontantes de la
vida cotidiana, ya que solo si se verifica se puede saber si es realmente
verdad, y solo si se practica se convierte en un hábito, por lo que es
imposible evolucionar ni en el ámbito teórico ni en un entorno idílico, tenemos
que salir del Jardín del Edén para poder evolucionar. A través de la
convivencia aprendemos, ponemos en práctica, comprobamos y compartimos nuestros
valores. Nos transformamos en creadores de luz, nos convertimos en herramientas
de Dios.
En los niveles físico y mental
podemos creer en Dios de un modo más o menos complejo, creemos en un
determinado Dios, y luchamos contra los que creen en otro Dios diferente. Pero
solo desde el nivel del alma se puede experimentar la unión, sólo desde el espíritu
se puede experimentar el espíritu, y es en este nivel donde nos sentimos realmente
hijos de Dios, porque también sentimos al resto de la Creación como hijos suyos.
Pero comprendamos que solamente se puede llegar a alcanzar el nivel del alma
cuando logramos mantener la experiencia de la paz interior, porque cuando esta
paz se desvanece, la mente o el cuerpo toman el control y bloquean la expresión
del nivel del alma. Pero el cuerpo y la mente forman parte de nuestra realidad,
son herramientas del alma que nos ayudan a perfeccionarnos y evolucionar, y la
comprensión de que lo que verdaderamente somos no es el cuerpo físico ni la
mente, nos permite valorar las experiencias físicas y mentales de un modo menos
implicado, ya no nos sentimos un cuerpo, ya no nos sentimos una mente, sino que
nos observamos como un alma que tiene las herramientas del cuerpo y de la
mente. Y para que una herramienta funcione bien, hay que aprender a manejarla,
cuidarla y aprovechar sus posibilidades, agradeciendo a quien nos las regaló, a
Dios, y aprovechándolas para participar en la construcción de un mundo mejor,
tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno.
El nivel del pensamiento se puede
gestionar de un modo beneficioso a través de tres actitudes:
-
Espiritualizarlo. Centrar la atención en los valores espirituales, y aplicarlos a
todos los ámbitos.
-
Abrirlo. Salirse de los conceptos extremos, cerrados y dogmáticos, conociendo
diferentes puntos de vista con la intención de integrar y aprovechar la
sabiduría que se manifiesta en toda forma de cultura y de pensamiento.
-
Controlarlo. Observar los pensamientos erráticos y seleccionar conscientemente
con qué pensamientos realmente queremos quedarnos, evitando el secuestro que
provoca la ira o el miedo.
El sentido del humor y la
evolución amorosa están íntimamente vinculados, porque es necesario que nos
riamos de nuestros propios errores si queremos superarlos sin crear dramas que
solo ralentizan nuestro avance. Las relaciones de confianza y respeto fluyen
mejor desde la alegría y el buen humor, incluso desde la broma cariñosa.
El buen humor es un excelente
lubricante para los dramas, porque cambia de contexto el modo de comprender la
situación y libera la mente de los bloqueos del dolor, pudiendo agradecer la
experiencia como una oportunidad de evolución y facilitándonos la posibilidad
de hacernos preguntas a nosotros mismos sobre todo aquello que nos limita.
Todo lo que hacemos tiene una
finalidad común: la felicidad, pero debemos comprender que la felicidad es la
respuesta y la consecuencia de elegir la experiencia de la paz interior y la
expresión del amor universal, que no son otra cosa que elevar nuestra
consciencia para poder acceder mejor a expresar nuestra conciencia, es decir,
la chispa de Dios que realmente somos.
Comprendamos los tres niveles de
nuestra realidad:
-
El nivel
físico-instintivo lo compartimos con
los animales.
-
El nivel
mental-sentimental es el que adquirimos
al alcanzar la condición humana, que denominamos ego y que está representado en
el Génesis de la Biblia al comer del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y
del Mal.
-
El nivel del alma. Cuando alcanzamos la capacidad de expresarnos desde este nivel,
estamos desarrollando nuestra consciencia mística, o simplemente consciencia, y
podemos comprender la trascendencia infinita de nuestra vida, de lo que somos,
y está representado en el Génesis de la Biblia al comer del fruto del Árbol de
la Vida.
El concepto de la “salvación del
alma”, a la que se hace referencia en muchas religiones de un modo más o menos
explícito, consiste en desarrollar nuestra consciencia, lo que nos hace, no
solo responsables, que de eso ya se encarga la Ley de Causa y Efecto, sino
autorresponsables, y es a partir de este momento cuando nos expresamos desde el
nivel del alma y, como expresó el Gran Maestro Jesús, haciendo mención a Salmos
82:6, nos convertimos en dioses (Evangelio según San Juan 10:34), y esta frase
podemos interpretarla como que alcanzamos la capacidad de poder expresarnos a
través de la chispa de Dios que habita en nosotros, y que permanece esperando
pacientemente a que evolucionemos libremente, como una semilla espera la
llegada de la primavera para brotar.
A través de nuestra evolución
vamos transformando nuestra forma de interpretar la realidad, empezando por lo
externo, que nos permite comprender el proceso interno, y continúa con la
percepción de la expresión universal de las cualidades. Por ejemplo, observamos
la alegría en los demás, lo que nos permite comprenderla, para posteriormente
poder identificarla en nosotros y finalmente expandirla de forma universal.
Podremos decir, por tanto, que percibimos la alegría en los demás, que nos
sentimos alegres y que somos una expresión de la alegría universal. En cada uno
de estos niveles de comprensión hay un proceso gradual de percepción de esa
realidad, expandiéndonos progresivamente según vamos evolucionando.
Todo proceso evolutivo es gradual,
y hasta que no se consolida, se tiene la impresión de que se avanza y se
retrocede. Por ejemplo, cuando se está aprendiendo a andar, es posible perder
el equilibrio alguna vez, e incluso caerse, pero esta práctica forma parte del
proceso de aprendizaje, y los errores son parte de la experiencia necesaria
para poder alcanzar la maestría y la eficacia en cualquier habilidad y
capacidad. Pero incluso cuando creemos haber alcanzado esta maestría, uno de
los grandes errores es, precisamente, creerse que no vamos a volver a cometer
errores. Pero la gran diferencia es que, a partir de ese nivel, estos errores
siempre se cometerán sin intención, y se hará lo posible por corregirlos del
mejor modo.
Los conceptos teóricos dejan de
tener utilidad cuando se vive la experiencia conscientemente.
En el nivel del alma, “la
consciencia” nos permite observar “la conciencia” que vive en nosotros, y que
podríamos denominar la chispa de Dios que se expande a través de nuestro
proceso evolutivo, y los conceptos morales se manifiestan sin ninguna
resistencia, porque se expresan desde el amor universal. Desde el nivel del
alma no son necesarias las normas, y por eso, podemos deducir que las normas de
vida corresponden a un nivel inferior al del alma, al nivel de la mente, donde
se comprenden estas normas, que ayudan a expresarse en la vida de un modo “correcto”,
pero simplemente son herramientas que necesitamos cuando todavía no hemos
llegado al nivel del alma, porque en el nivel de la mente se comprenden las
normas pero no siempre se cumplen, pero en el nivel del alma todo se impregna
de amor universal, lo cual hace que se cumplan esas normas sin necesidad
siquiera de conocerlas.
“Ama y haz lo que quieras. Si
callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges,
corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor
arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos” (San Agustín de
Hipona)
Este acceso al nivel del alma se
logra a través de la interiorización y análisis de la experiencia de la vida,
donde podemos revestir de amor todas aquellas circunstancias que nos habían
quitado la paz, logrando con ello la comprensión espiritual de la experiencia
de la vida y la preparación para responder en el futuro de un modo más alineado
con la Ley del Amor, lo que nos permite desarrollar la confianza de que todas
las experiencias por las que pasamos en el pasado, estamos pasando en el
presente y pasemos en el futuro, serán necesarias para la evolución de nuestra
alma, o lo que es lo mismo, comprenderemos la necesidad ineludible de la
aceptación de la voluntad de Dios.
Este proceso de acceder al nivel
del alma es experiencial, por lo que todas las explicaciones que se puedan dar
solamente sirven para poder transmitir el modo en el que la persona lo ha
logrado poner en práctica, lo cual puede ser una guía para algunas personas que
estén pasando por el mismo tramo del camino, pero no para las demás. Hacernos
conscientes de cómo ponerlo en práctica es el primer paso del maravilloso
camino de la experiencia del alma.
Una de las cosas más importantes
que poder integrar en este proceso es la comprensión de que hay cuestiones en
el mundo que nos corresponden y hay otras que no. Si nos centramos en las
primeras y comprendemos que las otras tienen su finalidad en la experiencia de
la humanidad, pero que no son para nosotros, podremos contribuir del mejor modo
posible al proceso de la evolución, tanto propia como de nuestro entorno,
porque ante todos los problemas generados por otras personas, la actitud
positiva es enviarles nuestras mejores intenciones, nuestras mejores
vibraciones, en lugar de maldecir e insultar. La energía de nuestros
pensamientos influye en el mundo de forma poderosa. Enviemos la mejor energía y
estaremos participando en iluminar la Creación a través de nuestra pequeña
contribución, porque mediante la crítica ácida, solo estamos enviando
vibraciones igual de bajas que las que están emitiendo estas personas que
actúan de este modo, tan lamentable, sí, pero si supieran hacerlo mejor, no lo
harían de este modo.
Cuando en un entorno hay un
pequeño grupo que actúa de un modo convencido y consciente, ya sea aportando
luz o sombra, sus actos pueden transformar al colectivo completo. A este
porcentaje, que suele estimarse en un 10%, se le denomina “masa crítica”, que
va influyendo, contagiando a las demás personas a través de su impulsó
arrollador. Esto ha ocurrido a lo largo de toda la historia de la humanidad,
levantando civilizaciones o destruyéndolas. Pero, igual que se necesita mucho
calor para poner a hervir una olla con agua, pero después solo es necesario un
pequeño fuego para mantenerla, igualmente hasta lograr esta masa crítica es
necesario un esfuerzo por mantener los ideales, puesto que habrá críticas,
rechazo, burlas y desprecios. Solo con una actitud indomable pueden continuar
con esta misión transformadora estas almas pioneras que vienen a elevar el
nivel espiritual de la humanidad.
Cuando se entra en el nivel del
alma podemos observar importantes transformaciones en los otros dos niveles. En
el nivel físico se siente una mayor plenitud y en el nivel mental aumenta la
claridad de ideas, conceptos y contextos, lo que permite evaluaciones más
completas y exactas en los niveles más profundos. Aunque no se conozcan los
conceptos técnicos o científicos, se comprende la esencia, la intención y el
objetivo, lo que permite dirigir del mejor modo cualquier proyecto, siguiendo
la Ley del Amor. Desde el nivel del alma es difícil que nadie se quede
indiferente. Hay quienes sentirán un rechazo inmediato y mostrarán hostilidad,
otras personas se deslumbrarán y desearán convertirse en seguidoras,
abandonando sus propios caminos y entrando en la ceguera del fanatismo. Y, por
último, habrá unas pocas personas que aprecien y valoren los ejemplos de vida y
las enseñanzas que pueda compartir esta persona, lo que significará que se
encuentran muy próximos en la escalera evolutiva de la vida. En los dos primeros
casos se manifiestan energías mal situadas, bien por exceso (rechazo), bien por
defecto (fascinación), y solo en el último caso hay verdadera capacidad de
comprensión que poder integrar en la propia realidad a través de la puesta en
práctica, el aprendizaje evolutivo. Sí que es cierto que en el caso de la
fascinación se pueden experimentar emociones elevadas, incluso pensamientos y
sentimientos trascendentes, pero al no haber una base sólida donde poder
sustentar las raíces, el aprovechamiento es tremendamente pobre, lo que incluye
interpretaciones erróneas que dan lugar a mitos, ritos y, lo que es peor,
fanatismos.
“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida
espero, que muero porque no muero” (Santa Teresa de Jesús).
Cuando se entra en el nivel del
alma, la experiencia en el plano encarnado se relativiza, deja de considerarse
lo único y fundamental, y se comprende el valor de la experiencia espiritual.
En este poema de Santa Teresa de Jesús se está mostrando un rechazo a la vida
en aras de alcanzar el éxtasis espiritual, que yo, desde mi punto de vista, considero
un error, ya que la experiencia de la vida forma parte del proceso, y la santa
desea dejar de vivir en el presente y se focaliza en el futuro, lo que provoca
la ansiedad que muestra en este poema. Cuando logramos elevarnos al nivel
espiritual y somos capaces de bajar el Cielo a la Tierra, cuando la energía del
espíritu se puede manifestar en los niveles mental y físico, es entonces cuando
realmente estamos cumpliendo con éxito la misión para la que estamos aquí.
Todo proceso evolutivo es gradual.
La comprensión en un determinado instante, en realidad, es la toma de
consciencia del proceso que se ha venido gestando en el tiempo hasta llegar a
alcanzar el objetivo buscado. Es el “¡eureka!”, que se manifiesta cuando la
mente está en calma, pero solo con la condición previa de haber seguido el
proceso necesario, porque solo si la tierra se prepara convenientemente pueden
germinar buenos frutos, y solo si se prepara la mente se podrá llegar a nuevas
conclusiones sólidas y contextualizadas, en caso contrario en una tierra árida
solo aparecen frutos pobres, y los pensamientos se manifiestan en forma de
ocurrencias sin ningún tipo de base.
Cada paso que se da en el camino
de la evolución implica un desequilibrio que es el necesario para lograr
avanzar. Es la sensación de vacío, de vértigo o de desorientación que se puede
sentir al tener que soltar los conceptos antiguos que ya no nos sirven, para
poder acoger, verificar interiorizar las nuevas verdades, la nueva luz que
permanecía oculta a nosotros debido a nuestra ignorancia, pero que logramos
acceder a ella al atrevernos a cruzar el abismo por el estrecho puente del
aprendizaje. Pero hay que comprender la importancia de integrar la nueva
sabiduría en nuestras realidades. El desprecio a la vida anterior solo nos
indica que estamos cargados de soberbia y que no hemos comprendido realmente la
enseñanza, porque la evolución construye, y todo lo antiguo que ya no es
necesario no puede quedar esparcido como si fuera basura, ya que las ruinas
serán los cimientos sobre los que se construirán los nuevos palacios, es decir,
la información errónea antigua nos servirá para comprender mejor las nuevas
verdades, serán el apoyo desde donde podremos ir comprendiendo esta nueva
información. Sería absurdo despreciar la enseñanza infantil cuando estamos
estudiando en la universidad, porque aquella enseñanza fue necesaria para poder
alcanzar la comprensión de los nuevos conceptos, más complejos y elevados.
El éxtasis espiritual que se logra
a través del uso de sustancias psicotrópicas o alucinógenas tiene el grave
inconveniente de que no tiene mérito, de que no se ha realizado el trabajo
evolutivo correspondiente y, por tanto, no se comprende ni se puede integrar en
los otros dos niveles, y al desaparecer los efectos se siente un vacío
existencial que solamente se puede aplacar con la inconsciencia del olvido o
con la nueva exposición a estas sustancias, entrando en procesos de apatía en
el primer caso y de adicción en el segundo, ambos evidentemente no deseables.
En el nivel espiritual, la
involución no es posible, porque la adquisición de verdad es incorruptible,
pero en los niveles físico y mental se puede verificar que sí es posible la
involución, ya que la materia se degrada y se observa claramente cómo con la
edad el cuerpo físico y la mente van perdiendo facultades. Sin embargo, en el
nivel del alma, donde reside el archivo de la conciencia, los valores
adquiridos y consolidados no se degradan, lo que puede observarse perfectamente
en personas muy ancianas cargadas de amor y de sabiduría, aunque no
necesariamente de conocimientos técnicos o culturales. Y también podemos
observar a personas de avanzada edad que sufren procesos degenerativos en el
cerebro y que muestran muy importantes cambios en su personalidad, y esto es
consecuencia del deterioro físico del cerebro que, del mismo modo que un
televisor estropeado no puede captar las señales que vienen del exterior para
poder transformarlas en imágenes y sonido, el cerebro no puede captar ni
procesar los mensajes del alma. Y cuando se contacta con personas desencarnadas
que han estado durante años en estado vegetativo, y totalmente lúcidas ahora explican
las experiencias por las que pasaron, así como las pruebas que tuvieron los
seres queridos que estuvieron cuidándolas durante tiempo y tiempo, nos
demuestran la perfección de la Creación para ayudarnos en el camino evolutivo.
Esta experiencia física no es un
valle de lágrimas, sino una excelente escuela donde desarrollar las mejores
cualidades a través de las operaciones de las pruebas más duras.
Las necesidades evolutivas de cada
ser de la Creación van determinando las experiencias que van a presentársele,
del mismo modo que en las necesidades educativas de los niños según sus
diferentes edades y características determinan los programas educativos de los
cursos escolares. Podríamos afirmar perfectamente que cuando cambiamos, nuestro
entorno cambia para nosotros, porque lo observamos de forma diferente,
interactuamos de forma diferente, y los resultados también son diferentes. Esto
nos demuestra que la vida y las leyes que la rigen tienen dos finalidades:
-
La evolución de los
seres de la Creación.
-
La comprensión por
parte de estos seres de los procesos de la evolución.
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