Mi último viaje
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Nota personal del transcriptor
Nota: Este
texto lo he leído durante la ceremonia de despedida de mi tío, que desencarnó
recientemente, y que lo basé en unas reflexiones de un gran amigo ante la
reciente desencarnación de su hermano. Pretende expresar lo que mi tío, desde
el plano espiritual, nos podría decir en este momento de dolor por su partida,
y puede servir para reflexionar sobre el sentido que podemos dar a nuestra
propia vida.
El
último viaje de este corto camino que llamamos vida llega sin avisar, sin
prepararse, sin decidir. Y a veces, ni siquiera nos deja decir adiós. Nos
podemos ir sin un abrazo, sin un te amo, sin un perdóname.
Mientras
vivimos, estamos tan ocupados y hacemos tantos planes, que nunca pensamos en
este viaje, que llega cuando menos te lo esperas y en un instante nos
transporta a otro lugar, un lugar que puedo afirmar que es el verdadero lugar.
Y
nos sorprende, por mucho que lo veamos venir, y siempre deja un rastro de dolor
y lágrimas en quienes os quedáis, porque algo siempre se muere en el alma
cuando alguien querido se va, y yo sé que me queréis, cada cual a su manera,
como debe ser, mi alma me lo dice. Esta experiencia es inexplicable y llena de
asombro, es difícil de creer porque parece mentira, ayer estaba y hoy solo
queda una forma irreconocible a la que queréis darle mi nombre, pero todos
sabemos que no soy yo. Y es una lucha para vosotros el poder aceptarlo, porque
duele tanto que hasta respirar se hace difícil.
Nunca
pensamos que en cualquier momento podemos perder nuestras vidas y las
desperdiciamos persiguiendo muchas cosas, acumulando posesiones y aferrándonos
a todo, cuando sabemos que no nos llevaremos nada. Y esta experiencia por la
que estamos pasando ahora es una clara prueba de ello.
A
veces salimos de casa tocando la puerta sin pensar que podría ser nuestro
último adiós y será el último recuerdo que dejemos atrás. Pero así es como
vivimos, inconscientemente.
He
reflexionado mucho sobre este tema y, mientras observo cómo pasó mi vida, veo
que mi juventud es sólo un eco lejano, que mi vida se estuvo desvaneciendo un
poco cada día y sólo me iba quedando una habitación de recuerdos, pero ¿cómo
podía saber cuándo me iría? Si el tren del más allá viene, te recoge sin
llamarte. A él no le importa si estás durmiendo, despierto, desnudo o vestido,
listo o no, él simplemente viene... y con él te lleva.
Y
entonces me doy cuenta, cuánto tiempo perdí posponiendo las cosas que realmente
quería hacer, esperando el mejor momento.
¿Pero
cuándo es la mejor hora? me preguntaba. Y descubro que ahora es el mejor
momento, el único que existe y el único en el que puedo estar y actuar.
Y
decido que, de hoy en adelante, aquí donde me encuentro, quiero vivir el
presente y dejar de postergar lo importante, porque este momento es el único
seguro y lo voy a vivir día a día, como si fuera el último.
Para
empezar, hoy quiero daros las gracias por tantas cosas, las agradables, que me
ayudaron a transitar el camino de la felicidad, y las menos agradables, que son
las que realmente me enseñaron lecciones que me hicieron crecer. Y quiero
agradecéroslo ahora, a todas las personas que formáis parte de mi historia.
Sois como especias de comida que dieron sabor a mi vida, y sin vuestra
presencia, esta vida estaría vacía, y quiero pediros que os deis cuenta de la
importancia y el valor que tiene cada día.
Quiero
dar gracias a Dios por todo lo vivido, por todo lo que aprendí, por todos mis
fracasos y sobre todo porque amé, porque amar es lo único que me ha llenado,
por amor fuimos creados, y fuimos creados para amar.
He
hecho las paces con la vida, quiero perdonar y disculparme por todos mis
errores, soltar y soltar todos mis lazos y así, poder decir: vida, gracias por
todas las oportunidades que me has regalado y me sigues regalando, allí donde
estáis vosotros y en lo que solemos llamar más allá, que es donde yo estoy
ahora. Te entrego lo que puedo y me siento en paz contigo, vida.
Y
por todo ello me he sentido bien al dar ese último paseo sin miedo ni culpa, en
paz y con amor. Gracias, vida, gracias, amados.
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